Hoy decidí compartir un anti-post. Claro, siempre que estamos de viaje intentamos compartir a través de un relato la experiencia e incluir las mejores fotos. Esas imágenes que de alguna manera buscan despertar el interés de los que no estuvieron e invitan a ir para conocerlo en primera persona. Pero mi espíritu aventurero fotoperiodístico me lleva a recorrer rincones de una ciudad, un pueblito donde la mayoría no tiene interés e interactuar con la gente. Seleccioné estas cinco fotos de algunos de los lugares que vengo recorriendo desde enero 2015. Fotos que no buscan mostrar lo bello de un lugar, sino un día común en la vida algunas personas o situación.

 1) Yangón, Birmania

Quien está de paso por esta ciudad se siente casi obligado a visitar el templo principal de Shwedagon Paya, pero mis pasos curiosos me llevaron a perderme entre unas calles angostas hasta llegar a un refugio semiabandonado donde viven personas con deficiencias neurológicas. Me quedé charlando con ellos y observando como jugaban al ajedrez (con sus reglas). De pronto uno de los que había perdido el juego se levantó y se acercó a la cámara pidiendo una foto. Tomé solo esta imagen y cuando se la mostré no paraba de reír. Creo que ni se dieron cuento cuando me fui. Una partida nueva de “ajedrez” estaba por comenzar.

Yangon birmania

Refugio semiabandonado donde vive gente con deficiencias neurológicas

 2) Angkor Wat, Camboya

El primer signo de que estás en Angkor Wat es que vas a estar rodeado de coreanos que no paran de sacarse fotos, tal vez más que los japoneses. Después de visitar el templo de Ta Prohm atrapado por las raíces y el paso del tiempo me desvié del sendero marcado y encontré a dos locales encargados de cuidar el área en plena siesta. Me acerqué en puntas de pie, no quería interrumpir su momento. Mientras tomaba la imagen pensaba: Unos vienen de lugares lejísimos para conocer Angkor y ellos se dan el lujo de darle la espalda y dormirse una siesta.

Cambodia

Una siesta en los templos de Angkor Wat

 3) Langkawi, Malasia

Ahí estaba solitario, enterrado entre la arena y oxidado. ¿A quién habrá pertenecido? Tal vez a uno de esos turistas que se quedan a vivir un par de meses cuando encuentran un lugar que les gusta. Nadie parecía prestarle mucha atención. Había salido a caminar por la playa de Langkawi. Buscaba alejarme de ese bar donde sonaba música reggae a todo volumen. Cuando encontré el kayak me puse a pensar como había llegado hasta ahí e imaginé mi propia historia. Seguramente habría sido de un pescador. Pero antes de jubilarse se lo regaló a su hijo. Él lo usó un par de años y al mudarse a la capital para comenzar sus estudios lo abandonó. Me quedé un rato mirando el atardecer mientras dos niñas se subían a la embarcación y jugaban a que navegaban. Ellas también inventaban su propia historia.

Malasia langkawi

Kayak abandonado en la playa

 4) Luang Prabang

Destino hiper turístico como pocos en Laos. Veo un río con mesas de madera en la orilla donde locales y turistas comparten una cerveza. Un río donde miles de coreanos pasan navegando en lanchas. Un río, mejor dicho, el Mekong que acompaña a un paisaje fuera de lo común con sus enormes picos kársticos y arrozales. Pero a estos tres niños nada de eso parecía importarles. Indiferentes a todas esas situaciones, estaban en su mundo, en su juego, escondiéndose de algún amigo. Tal vez algún día alguno de ellos se conviertan en el dueño de un hostel y probablemente esa geografía que los rodea cobre sentido.

Laos

Jugando a las escondidas en Luang Prabang con el Río Mekong de fondo

 5) Singapur

Quien camina por la calles de esta ciudad queda sorprendido por sus enormes rascacielos, por una limpieza jamás vista, por su playa artificial, por las incontables reglas que impone el sistema como no comer chicle en la calle, por el espectáculo de luces y sonidos que cada noche se da en Marina Sand Bay, por la cantidad de extranjeros jóvenes que hay trabajando en forma temporaria, por los altos precios y por varias cosas más. Recorriendo la zona central me detuve a tomar un helado. No muy lejos encontré a una chica que estaba en su hora del almuerzo. En un primer momento pensé en acercarme a conversar y preguntarle como era la vida en Singapur, porque decidió vivir acá y cuáles eran sus planes futuros. Pero después cambié de idea. Y al igual que con el kayak, a veces me gusta jugar a imaginar mis propias historias.

Singapur

Hora del almuerzo y soledad en las calles de Singapur