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Puerto Príncipe, la capital de Haití está repleta de campos de refugiados. Con sus calles destruidas, un tráfico ensordecedor y un calor que aprieta a pesar de estar en invierno cualquiera me diría que no es el mejor panorama para visitarla. Me pongo a pensar en el devastador terremoto ocurrido en enero de 2010 que dejó un saldo de 316.000 muertos y más de 1,5 millones de personas quedaron sin hogares. Se lo considera una de las catástrofes humanitarias más grandes de la historia. Después que el ex presidente Bertrand Aristide partiera para el exilio de Haití en 2004, se creó la MINUSTAH, Misión de Estabilización de las Naciones Unidas para Haití con el fin de apoyar la constitución de un estado de derecho, promover y proteger los derechos humanos.
Junto a esta organización, trabajan cientos de ONG y voluntarios en la reconstrucción del país. Pero Haití, en algún momento llamada “La perla de las antillas” es mucho más que pobreza y estadísticas desalentadoras. Mi intención de viajar allá fue poder ver con mis propios ojos su realidad y regresar con historias distintas a las ya nombradas por los medios. Estas fotografías ilustran, parte de mi vivencia cuando fui convocado como fotógrafo por la UNDP (Programa de desarrollo de las Naciones Unidas) para trabajar en el documental que dirigió el famoso director Jonathan Stack para la Escuela de Cine de Jacmel.
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