Comienza el otoño y los bancos de plaza del Jardín Botánico cobran vida.

Abrí la puerta de casa con la cámara colgada y prendida. Hacía tiempo que tenía la necesidad de salir a crear fotos por Buenos Aires y por diversas situaciones lo iba postergando. Tal vez me dejé atrapar por el efecto postviaje, por esa falta de búsqueda o entrenamiento que todos los viajeros tienen cuando están recorriendo un lugar bien diferente al que vivimos.

Tarde de soledad y colores en el barrio de La Boca

Me pregunto cuándo habrá sido la última vez que pasó el tren. La Boca, Buenos Aires

A diferencia de muchos porteños, a mí me gusta mucho esta ciudad. No sé si será que vivir en el tranquilo barrio de Colegiales, me lleva por momentos, a vivir en realidades paralelas, ajenas al subte con gente apretada, a los paros, manifestaciones o rostros con actitudes preocupadas por las calles del microcentro. Lo paradójico es que el primer lugar a donde fui a buscar fotos con ojos de turista fue cerca del obelisco. No porque quisiera ver el ícono sino porque quería ver calles que poco acostumbro a caminar. Con la cámara en mano entendí que hay tantas ciudades como uno quiera ver o descubrir, que está en nosotros darle paso a un Buenos Aires diferente. Con el correr de los días salir a tomar fotos sobre la gente de mí ciudad para un concurso se volvió la excusa perfecta para volver a lugares como Caminito en La Boca, Puerto Madero o el Jardín Botánico, donde hacía tiempo que no iba.

El reflejo de la lluvia en el empedrado de San Telmo por la noche me hace recordar a las ciudades de Bulgaria

Por momentos me olvido de que estoy en Buenos Aires y solo disfruto de tomar fotos y descubrir reflejos ocultos

Con Igor, un ruso que encontré en el Jardín Botánico, que también sacaba fotos coincidimos que este lugar es un paréntesis en la mega ciudad

Me pregunto cuántas fotos me habré perdido en estos meses desde que llegué de recorrer Asia, Europa y Latinoamérica. ¿Cuántas historias habré dejado de admirar a través de mi lente? Lo bueno es que siempre hay tiempo y revancha para comprender que Buenos Aires tiene miles de miradas y la de ser turista en la propia ciudad es sin lugar a dudas una de ellas.

A veces el color está en un paraguas. Puerto Madero

Puerto Madero en blanco y negro, con neblina y un domingo también tiene su encanto.

Recorriendo veredas mojadas, desde la ventanilla de un colectivo, entre la gente con el frío del otoño que recién comenzó o sentado en la vereda. Cualquier momento y lugar será oportuno para tomar una nueva fotografía de esta increíble ciudad.

Una autopista que hace refugio frente al tránsito que se pierde entre el sol de la tardecita porteña de Constitución