Hacía tiempo que quería escribir un libro. Publicar mis crónicas de viajes en las revistas es una satisfacción, pero de alguna manera quedan ocultas. Sentía que las compartía con un puñado de personas. Solamente con las que compran tal o cual ejemplar. ¿Y el resto? Un poco por este motivo y otro poco contagiado nuevamente por el comentario de muchos: “Tenés que publicar un libro, tenés muchas historias para compartir y fotos que mostrar”, me decidí a hacerlo.
Confieso que me llevó mucho tiempo animarme a escribirlo. Estuve casi dos años entre idas y vueltas, dudas, miedos, hasta que en marzo de 2013 después de haber regresado de un viaje por Colombia, me dije: “¡Basta!, este año no será igual”. Pero… ¿cómo se hace para escribir y resumir en un libro veinte años de viajes y 400.500 kilómetros recorridos? Sería injusto dejar a un país sin narrar o a esa persona que me ayudó cuando estaba solo o esa historia divertida en Dinamarca, Marruecos o Guatemala. Me dejé llevar por la emoción y así nacieron estas 250 páginas, que son de alguna manera los que más me marcaron como viajero, fotógrafo, escritor y admirador del mundo en el que vivimos.
El libro ya está diseñado, lleno de relatos y fotos y… listo para imprimir!. Ahora, estoy en la etapa final haciendo la última corrección de texto. Estas son algunas de las cosas que viví viajando y que fui recordando el otro día mientras iba en el subte de Buenos Aires.
Los mejores sitios arqueológicos visitados: las Pirámides de Egipto, Petra, en Jordania y Bagán en Birmania.
El abrazo más lindo: el de mi hermana, al ir y volver de cada viaje.
La puesta de sol más increíble: en La Cumbre, Provincia de Córdoba, Argentina.
El viaje más cansador en tren: uno de 17 horas parado que hice en India.
En colectivo: uno en Bolivia. Fueron seis horas sentado al lado del motor en verano (aguantando también las quejas de mi hermano)
El peor hostel: en Grecia. Mi compañero de cuarto me despertó a medianoche, gritando por las cucarachas.
La charla más amena: con Melina, de Coronel Suarez, mientras viajábamos a conocer los Menonitas de La Pampa.
El encuentro más inesperado: con Coco, mi amigo español que conocí en Irán, cuando vino por un día a Buenos Aires.
Un gesto: el de Gabriel en Ecuador, cuando me regaló su remera obtenida en un juego.
El mejor beso viajero: con Lucila en Buenos Aires, mi alma viajera y periodista de Brasil.
Las sonrisas más lindas: la de los niños del orfanato en Kabul, Afganistán.
La peor experiencia en cuestión de salud: tener malaria en una isla de Uganda y estar solo.
La mejor: haberme curado.
Un deporte: haber aprendido snowboard en las montañas de Irán.
La mejor bicicleteada: por el desierto de Atacama, Chile, junto al equipo de waterpolo de Rosario, Argentina.
Los mejores dulces que comí: por las calles de Damasco, Siria.
La mejor aventura: perderme por las calles de los mercados de El Cairo, Egipto.
El treking más disfrutado: en El Chaltén, Argentina, para llegar al Glaciar Torre.
La mejor foto: la que todavía no saqué.
La peor comida: una que me dieron en una cajita de cartón en Cuba.
Un regalo para el alma: escuchar un concierto de Mozart, en la catedral de Viena, Austria.
Un desayuno: el de los hostels de París, Francia.
Un año nuevo: en Katmandú, Nepal, cenando con dos coreanas que apenas hablaban inglés.
Un cumpleaños: en Miami, preparando un asado con mis primos
La mejor mañana en una playa: un amanecer en Río de Janeiro, Brasil.
La peor sensación: tener la mitad de los pies congelados mientras caminaba por la muralla china en invierno.
El libro UN VIAJERO CURIOSO ya está publicado. Podés escribirme a [email protected] para tener tu ejemplar. Hay envíos a todo el Mundo!
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