» Argentina http://unviajerocurioso.com Fri, 08 Nov 2013 04:52:16 +0000 en hourly 1 http://wordpress.com/ http://0.gravatar.com/blavatar/6dcd1ef27de5abfc08a3d264d4bb717b?s=96&d=http%3A%2F%2Fs2.wp.com%2Fi%2Fbuttonw-com.png » Argentina http://unviajerocurioso.com Escribiendo “Un Viajero Curioso”, mi primer libro http://unviajerocurioso.com/2013/11/07/escribiendo-un-viajero-curioso-mi-primer-libro/ http://unviajerocurioso.com/2013/11/07/escribiendo-un-viajero-curioso-mi-primer-libro/#comments Thu, 07 Nov 2013 10:49:17 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1500 ]]> escribiendo un libro

Fotos del mundo por Esteban Mazzoncini

Hace poco, viajando en subte por Buenos Aires, intentaba repasar los capítulos escritos del libro antes de comenzar con el diseño y la impresión. Me distraje cuando un pasajero de rasgos asiáticos entró a mi vagón. Su presencia hizo que empezara a recordar personas, instantes, situaciones y cientos de imágenes se hicieron presentes. Me transporté a la casa de Kaul, un pintor hindú que me enseñó a ser paciente en Jaisalmer en una situación complicada, sentí los dulces besos de Mary, mi compañera de aventuras en Katmandú, Nepal, a escondidas en un templo, al chofer de bus en Mónaco, cuando me pagó el viaje el día que llegué a la ciudad y no tenía dinero en efectivo, a la pareja que me compró comida viajando en tren a Praga, República Checa, a Daniela y Gustavo, una pareja de uruguayos que me prestaron su bicicleta para recorrer Helsinki, Finlandia, al pescador que cocinó trucha fresca para mi hermano, Gabriel (un suizo) y yo, en el Lago Titicaca, Bolivia, a las charlas desprendidas con Ema, la dueña de unos pasteles deliciosos en un barcito de Cartagena, a Fred, un marinero borracho que me llevó en su embarcación desde Honduras hasta Belice, con una prostituta a escondidas.

Las imágenes eran tantas que me costaba procesarlas. Me sentía en una especie de cápsula en el pasado y aislado de toda realidad. Yo estaba viajando (en subte) dentro de otro viaje. Así recordé a Charly y Carolina, con quienes forjé un hermoso vínculo compartiendo días de playas por Tailandia y al llegar a Buenos Aires continuaríamos con esa amistad, a la farmacéutica que me atendió en New York cuando me agarré pulgas a las tres de la madrugada, a Emiliano, un brasileño de Recife, que me enseñó a usar Couchsurfing en Damasco, Siria, en tiempos de paz, a mi primo Carlos, cuando me hospedó dos meses en su casa de Miami, al fotógrafo afgano de “Aina Photo”, una fundación de National Geographic, que me permitió ser su compañero de notas por Kabul, a Rafael, por mostrarme la noche cultural en Lapa, Río de Janeiro, a Carlos, cuando me dio un paseo en su auto deportivo por Medellín. ¿En un auto deportivo? ¿Eso fue real o lo soñé? ¿En cuántos medios de transporte había viajado en todo este tiempo? Llegué a la conclusión que en los más variados: andando a camello, en moto, en veleros, en avionetas, arriba de tractores o autos destartalados, en camiones con animales, subtes de primera generación, botes de maderas,  balsas, en elefantes o en globo aerostático. La lista continúa…

Repasaba mis recuerdos uniendo continentes, yendo de un pueblo a una ciudad cosmopolita, o de un refugio de montaña a una isla perdida en el mar. Entonces vi con claridad a Anna y Rolly, cuando llegaron desde Micronesia para hospedarse en mi casa por primera vez, al matrimonio (que nunca supe sus nombres) cuando me levantaron en la ruta del desierto de Judea, Israel, con casi 40º de calor, al campesino cubano de Viñales, cuando me permitió refugiarme en la galería de su casa bajo una lluvia torrencial o a Alejandro, por recibirme en Valencia, España, cuando me iniciaba en mis viajes y para mí, el mundo, no era más que una gran ventana abierta (para siempre)

Volví a la realidad cuando la marea de gente comenzó a empujarme para descender en la estación terminal. Como en una película proyectada a máxima velocidad (pero al revés) había viajado en el tiempo, incluso, había traído recuerdos a mi mente que creía tener olvidados. Al pasajero chino, supongo que era de allá, lo fui perdiendo de vista lentamente mientras cruzaba la avenida. A mis recuerdos viajeros también.

Podrás leer todas las historias completas de este blog en el libro “Un Viajero Curioso” que en breve publicaré.

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Buenos Aires en blanco y negro http://unviajerocurioso.com/2013/10/30/buenos-aires-en-blanco-y-negro/ http://unviajerocurioso.com/2013/10/30/buenos-aires-en-blanco-y-negro/#comments Wed, 30 Oct 2013 23:07:40 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1362 ]]> 970562_10151612244092369_647485844_n

Una imagen distinta del Buenos Aires turístico. La Facultad de Economía.

Buenos Aires es una ciudad que amo y en todo sentido. No solo porque nací aquí, sino porque cada vez que la abandono al salir de viaje por tierras desconocidas, de alguna u otra manera, la tengo presente. En Mardín, Turquía, escuchamos y bailamos tango en la casa de un couchsurfer. (Couchsurfing es un sistema para alojarse en forma gratuita por el mundo). En Bolivia recibí como regalo del dueño de un hostel, un CD de Astor Piazzolla, uno de los músicos más destacados de acá. Y cada vez que alguien me pregunta… ¿de dónde sos? Además de dar la respuesta correcta, de Buenos Aires, se la describo como si fuera mi primer amor. Los cafés, los barrios, la gente, sus atracciones, todo. Tal vez, pienso, debería haber sido agente de turismo en el extranjero.

Por eso, cuando no estoy de viaje, me gusta salir a descubrirla como si fuera un turista. Un día decidí cambiar, no solo mi manera de mirar a mi ciudad, sino que opté por fotografiarla en blanco y negro. Como si de esta manera, la convirtiera en un lugar atemporal. Estas fotos que siguen a continuación son rincones perdidos y tal vez salen de la típica postal que uno se imagina de esta bella capital de Sudamérica. Muy pronto viajo a Marruecos, África. Allá daré charlas educativas en escuelas de pueblos y en universidades. Me acompañarán mis dos proyectos solidarios: “Cámara viajera” y “Globos en el camino”. Me llevo a Buenos Aires en un rincón de mi mochila y cuando me pregunten, vos.. ¿de dónde sos? les diré: de la ciudad en blanco y negro.

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Rincones escondidos de Buenos Aires

Podrás leer todos los destinos completos de este blog en el libro “Un viajero Curioso”, que en breve publicaré.

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En Irak, las tortugas también vuelan http://unviajerocurioso.com/2013/08/17/en-irak-las-tortugas-tambien-vuelan/ http://unviajerocurioso.com/2013/08/17/en-irak-las-tortugas-tambien-vuelan/#comments Sat, 17 Aug 2013 18:58:47 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1080 ]]> _MG_4226

Mágnifica mezquita ubicada en el centro de Erbil, Kurdistán Irakí

Viajar por Medio Oriente puede resultar interesante y aun más, cuando uno se propone descubrir la otra cara de Irak. El que no sale en los medios. La idea es atravesar el sur de Turquía e ingresar al país por el norte, lo que se conoce como Kurdistán Iraki. Los kurdos son un pueblo de 12 millones de personas que no tiene fronteras propias en el atlas, sino que se esparcen entre las de Irak, Irán y Turquía. Silopi es un pequeño pueblo turco con gran movimiento. Lógico de entender, ya que está a tan solo diez kilómetros de la frontera con Irak. Hasta el mismo cartel de “Bienvenidos a la Región Autónoma del Kurdistán Iraki” llego haciendo dedo en un camión tan antiguo como la historia del país que tengo a mis pies. Mi mente viaja más allá del visado que pretendo obtener. Imagino distintos paisajes, rostros o pueblos aun no recorridos cuando una voz ronca grita mi nombre. “Tiene mapa de Kurdistán?” a lo que respondo con un breve si en persa mientras mi corazón empieza a latir aceleradamente. La segunda pregunta es si me gusta el fútbol. Después de  ese breve interrogatorio el sello con permiso para diez días está otorgado. Un viento fresco me empuja para seguir avanzando. Pero toda mi adrenalina por seguir haciendo dedo se me escapa entre las manos cuando me obligan a tomar un moderno taxi Toyota, único medio de transporte ya que acá no hay transporte público.

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Por las modernas calles de Duhok

Llegamos a la capital cuando son la siete de la tarde y la ciudad se sumerge en una oscuridad total. Sus calles vacías con los negocios cerrados se asemejan a un sitio abandonado. Guía en mano encuentro el Hotel Kandeel. La recepción está llena de pósters de jugadores de fútbol de Europa y en el medio, una imagen de La Meca, Arabia Saudita. Mi habitación tiene el privilegio de mirar hacia la ciudadela antigua. Me despierto a la madrugada con las oraciones de Allah y no tengo más opción que resignarme a levantar. Salgo en busca del mercado, lugar ideal para hacer amigos locales y tomar un desayuno digno. Puedo comprobar por mi mismo lo seguro y tranquilo que es caminar entre la gente. Mi camiseta de Argentina y dos cámaras de fotos colgando obviamente no pasan desapercibidas. El mercado de Barghan es una mezcla de objetos robados, encontrados o regalados vaya a saber por quienes. Mientras camino un vendedor de alfombras me grita algo desde la vereda de enfrente. Hago gestos de no entender y me muestra una taza de te. Minutos más  tarde estoy  rodeado de varios irakies curiosos observando como tomo esta simple infusión. Algunos me ofrecen dulces, otros una sonrisa. Los más extrovertidos me piden una foto. Sigo mi recorrido por una avenida impecable donde las 4 x 4 juegan a hacer desfiles improvisados. Me llama mucho la atención la cantidad de autos y camionetas último modelo. Sin lugar a dudas esta fue la primera impresión del otro Irak. El ajeno a las bombas y secuestros. Todo está en vías de construcción y desarrollo por primera vez en años. Al final de la avenida se levanta una de las mezquitas más hermosas de la ciudad al mejor estilo de Dubai.

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Retrato de un local en las montañas del kurdistán irakí

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Vista de la impresionante Hamilton Road, que conduce hasta Irán

Salgo nuevamente a la ruta y miro al infinito. Las montañas del Kurdistán me acompañan en un camino bastante tranquilo. Escasos minutos más tarde una familia detiene su auto y ofrece llevarme hasta Rawanduz, mi próximo destino. Allí aprovecho para recorrer la zona rural. El alma del pueblo irakí Me resulta fácil hacer amistades con la gente pues los turistas rara vez llegan hasta estos lugares. Un poco en inglés, en persa o en árabe, el cual estudié unos meses, me ayudan a comprender su estilo de vida. Mientras recorro la famosa Hamilton Road soy detenido por los Peshmerga, policía local para registrar mi pasaporte.  Como siempre Maradona y Messi son el puente que une al decir I am from Argentina.

Mientras espero algún taxi o camión para seguir a dedo los policías se acercan y me invitan a comer. “Usted es nuestro huésped”, repiten una y otra vez. Tardo unas dos horas en recorrer los 23 kilómetros que me separan hasta el pueblo de Amadiye. La ruta en forma de espiral está rodeada por montañas que rara vez salen en los noticieros. Este paisaje es el escenario donde se rodó la película kurda “Las tortugas también vuelan”, donde un grupo de niños se ganan la vida  vendiendo minas antipersonales a la ONU que ellos mismos extraen y consideran buena noticia la llegada de las tropas americanas a Irak para liberarlos del régimen de Sadam Hussein. Nuevamente soy detenido, pero no por la policía, sino por una familia que solo busca brindarme su hospitalidad. Y allí me quedo varios días hasta seguir nuevamente mi viaje por Irak.

Para continuar leyendo la historia completa de este destino podrás comprar el libro “Crónicas de Un Viajero Curioso” que en breve publicaré!

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TAN CERCA, TAN LEJOS, “MENONITAS DE ARGENTINA” http://unviajerocurioso.com/2013/06/25/tan-lejos-tan-cerca-menonitas-de-argentina/ http://unviajerocurioso.com/2013/06/25/tan-lejos-tan-cerca-menonitas-de-argentina/#comments Tue, 25 Jun 2013 00:37:58 +0000 http://unviajerocurioso.wordpress.com/?p=416 ]]> Siempre tuve una peculiar atracción por viajar y conocer distintas culturas del mundo. Mi curiosidad me ha llevado a lugares tan remotos como aldeas en Afganistán, vivenciar la post-guerra del Líbano con Israel, experimentar el hermetismo político de Irán o dormir con los nómades de Siria.  En una ocasión buscando lugares nuevos por explorar por casualidad di con la colonia menonita de Guatraché ubicada al sur de La Pampa. Atraído por su singular forma de vida y sus tradiciones antiguas emprendí un viaje que resultaría el primero de varios más. Luego de 7 horas de viaje desde Buenos Aires llego a la ciudad de Coronel Suarez. Me recibe Melina Salman, un contacto importante que habría hecho meses antes por internet mientras averiguaba como llegar a la colonia.

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Menonitas de La Pampa, Argentina

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Un niño de la colonia se deja fotografiar en el galpón de trabajo

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Labores matinales en el campo.

Gracias a su hospitalidad y la de su familia me pongo al tanto de la situación. Llegar no es tarea fácil, me comentan. Para sorpresa mía ella esta dispuesta a acompañarme en la aventura y contamos con su auto. Desde Coronel Suarez, el trayecto son unas tres horas. Pasamos por localidades que me suenan conocidas como Pigué, Púan, Darragueira, antes de llegar a Remecó, ultimo paraje rural de Guatraché donde se esconde  la entrada a la colonia menonita. Pero antes de intentar visitar la colonia creo que es bueno comprender que su hermética cultura está cargada de siglos y mandatos religiosos. Es por eso que los últimos 15 km transcurren en un camino de tierra llena de pozos. El viento pampeano dice presente y tenemos la sensación de estar en el desierto mexicano donde pequeñas bolas de pastos ruedan al costado del camino. Un campo vacío y un cielo azul nos acompañan. A pesar de tal imagen, se sabe que los menonitas exhiben en el sur de la provincia su asombrosa capacidad de trabajo desde 1986. En tan solo 25 años transformaron las 10.000 hectáreas que habitan en una próspera colonia donde además de garantizar educación y salud para mas de 1.600 personas venden con gran habilidad, quesos frescos, muebles y silos en grandes cantidades.

Otro dato destacado es la producción de leche (producen mas de 15 mil litros por día). Muchos opinan sobre su forma de vestir, su desconfianza o incluso su organización social atrasada en el tiempo. Nosotros creemos que es momento de sacar nuestras propias conclusiones. Instalamos nuestra carpa en la carpintería del señor Brown donde nos quedamos a vivir varios días. Las fotos que muestro aquí reflejan la historia vivida.

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Tareas cotidianas en la Colonia Nueva Esperanza de La Pampa.

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Tradicionales medios de transportes llamados “Boogies”

Para continuar leyendo la historia completa de este destino podrás comprar el libro “Crónicas de Un Viajero Curioso” que en breve publicaré!

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