» viajes http://unviajerocurioso.com Fri, 08 Nov 2013 04:39:50 +0000 en hourly 1 http://wordpress.com/ http://0.gravatar.com/blavatar/6dcd1ef27de5abfc08a3d264d4bb717b?s=96&d=http%3A%2F%2Fs2.wp.com%2Fi%2Fbuttonw-com.png » viajes http://unviajerocurioso.com Escribiendo “Un Viajero Curioso”, mi primer libro http://unviajerocurioso.com/2013/11/07/escribiendo-un-viajero-curioso-mi-primer-libro/ http://unviajerocurioso.com/2013/11/07/escribiendo-un-viajero-curioso-mi-primer-libro/#comments Thu, 07 Nov 2013 10:49:17 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1500 ]]> escribiendo un libro

Fotos del mundo por Esteban Mazzoncini

Hace poco, viajando en subte por Buenos Aires, intentaba repasar los capítulos escritos del libro antes de comenzar con el diseño y la impresión. Me distraje cuando un pasajero de rasgos asiáticos entró a mi vagón. Su presencia hizo que empezara a recordar personas, instantes, situaciones y cientos de imágenes se hicieron presentes. Me transporté a la casa de Kaul, un pintor hindú que me enseñó a ser paciente en Jaisalmer en una situación complicada, sentí los dulces besos de Mary, mi compañera de aventuras en Katmandú, Nepal, a escondidas en un templo, al chofer de bus en Mónaco, cuando me pagó el viaje el día que llegué a la ciudad y no tenía dinero en efectivo, a la pareja que me compró comida viajando en tren a Praga, República Checa, a Daniela y Gustavo, una pareja de uruguayos que me prestaron su bicicleta para recorrer Helsinki, Finlandia, al pescador que cocinó trucha fresca para mi hermano, Gabriel (un suizo) y yo, en el Lago Titicaca, Bolivia, a las charlas desprendidas con Ema, la dueña de unos pasteles deliciosos en un barcito de Cartagena, a Fred, un marinero borracho que me llevó en su embarcación desde Honduras hasta Belice, con una prostituta a escondidas.

Las imágenes eran tantas que me costaba procesarlas. Me sentía en una especie de cápsula en el pasado y aislado de toda realidad. Yo estaba viajando (en subte) dentro de otro viaje. Así recordé a Charly y Carolina, con quienes forjé un hermoso vínculo compartiendo días de playas por Tailandia y al llegar a Buenos Aires continuaríamos con esa amistad, a la farmacéutica que me atendió en New York cuando me agarré pulgas a las tres de la madrugada, a Emiliano, un brasileño de Recife, que me enseñó a usar Couchsurfing en Damasco, Siria, en tiempos de paz, a mi primo Carlos, cuando me hospedó dos meses en su casa de Miami, al fotógrafo afgano de “Aina Photo”, una fundación de National Geographic, que me permitió ser su compañero de notas por Kabul, a Rafael, por mostrarme la noche cultural en Lapa, Río de Janeiro, a Carlos, cuando me dio un paseo en su auto deportivo por Medellín. ¿En un auto deportivo? ¿Eso fue real o lo soñé? ¿En cuántos medios de transporte había viajado en todo este tiempo? Llegué a la conclusión que en los más variados: andando a camello, en moto, en veleros, en avionetas, arriba de tractores o autos destartalados, en camiones con animales, subtes de primera generación, botes de maderas,  balsas, en elefantes o en globo aerostático. La lista continúa…

Repasaba mis recuerdos uniendo continentes, yendo de un pueblo a una ciudad cosmopolita, o de un refugio de montaña a una isla perdida en el mar. Entonces vi con claridad a Anna y Rolly, cuando llegaron desde Micronesia para hospedarse en mi casa por primera vez, al matrimonio (que nunca supe sus nombres) cuando me levantaron en la ruta del desierto de Judea, Israel, con casi 40º de calor, al campesino cubano de Viñales, cuando me permitió refugiarme en la galería de su casa bajo una lluvia torrencial o a Alejandro, por recibirme en Valencia, España, cuando me iniciaba en mis viajes y para mí, el mundo, no era más que una gran ventana abierta (para siempre)

Volví a la realidad cuando la marea de gente comenzó a empujarme para descender en la estación terminal. Como en una película proyectada a máxima velocidad (pero al revés) había viajado en el tiempo, incluso, había traído recuerdos a mi mente que creía tener olvidados. Al pasajero chino, supongo que era de allá, lo fui perdiendo de vista lentamente mientras cruzaba la avenida. A mis recuerdos viajeros también.

Podrás leer todas las historias completas de este blog en el libro “Un Viajero Curioso” que en breve publicaré.

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Buenos Aires en blanco y negro http://unviajerocurioso.com/2013/10/30/buenos-aires-en-blanco-y-negro/ http://unviajerocurioso.com/2013/10/30/buenos-aires-en-blanco-y-negro/#comments Wed, 30 Oct 2013 23:07:40 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1362 ]]> 970562_10151612244092369_647485844_n

Una imagen distinta del Buenos Aires turístico. La Facultad de Economía.

Buenos Aires es una ciudad que amo y en todo sentido. No solo porque nací aquí, sino porque cada vez que la abandono al salir de viaje por tierras desconocidas, de alguna u otra manera, la tengo presente. En Mardín, Turquía, escuchamos y bailamos tango en la casa de un couchsurfer. (Couchsurfing es un sistema para alojarse en forma gratuita por el mundo). En Bolivia recibí como regalo del dueño de un hostel, un CD de Astor Piazzolla, uno de los músicos más destacados de acá. Y cada vez que alguien me pregunta… ¿de dónde sos? Además de dar la respuesta correcta, de Buenos Aires, se la describo como si fuera mi primer amor. Los cafés, los barrios, la gente, sus atracciones, todo. Tal vez, pienso, debería haber sido agente de turismo en el extranjero.

Por eso, cuando no estoy de viaje, me gusta salir a descubrirla como si fuera un turista. Un día decidí cambiar, no solo mi manera de mirar a mi ciudad, sino que opté por fotografiarla en blanco y negro. Como si de esta manera, la convirtiera en un lugar atemporal. Estas fotos que siguen a continuación son rincones perdidos y tal vez salen de la típica postal que uno se imagina de esta bella capital de Sudamérica. Muy pronto viajo a Marruecos, África. Allá daré charlas educativas en escuelas de pueblos y en universidades. Me acompañarán mis dos proyectos solidarios: “Cámara viajera” y “Globos en el camino”. Me llevo a Buenos Aires en un rincón de mi mochila y cuando me pregunten, vos.. ¿de dónde sos? les diré: de la ciudad en blanco y negro.

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Rincones escondidos de Buenos Aires

Podrás leer todos los destinos completos de este blog en el libro “Un viajero Curioso”, que en breve publicaré.

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Líbano después de los conflictos bélicos http://unviajerocurioso.com/2013/08/17/libano-despues-de-los-conflictos-belicos/ http://unviajerocurioso.com/2013/08/17/libano-despues-de-los-conflictos-belicos/#comments Sat, 17 Aug 2013 16:15:39 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1059 ]]> Llego al Líbano dos meses después de la guerra con Israel. Tengo la intención de fotografiar las distintas realidades del país, en especial, recorrer Sadikkine, el pueblo más bombardeado por su país vecino. Luego de tramitar la visa en Damasco, Siria tomo el bus a Beirut. Alcanzo la capital en una soledad absoluta cuando el reloj marca las tres de la madrugada. Después de varios regateos con Imad, mi taxista de turno me conduce hasta el viejo Hotel Mhanna. Hasta los años 70, Líbano era el centro financiero de oriente próximo .Por tal razón se la llamó la “París de Oriente”. Dicha abundancia monetaria fue fragmentada por el terrible enfrentamiento civil entre libaneses entre los años 1975-1980 que destruyó un equilibrio político ejemplar. Le siguieron otros conflictos como la invasión de Israel en 1982 donde recién en el año 2000, Israel retiró en forma total sus tropas.

Tripoli (3)

Tarde de diversión por las calles de Trípoli

Vida nocturna en la area moderna de Beirut, Libano

Vista de la Plaza de los Mártires, en el centro de Beirut

Ubicada en el mismo centro de la costa libanesa mediterránea, Beirut refleja todo tipo de contrastes: edificaciones de exquisita arquitectura conviven con grotescas masas de cemento; casas tradicionales rodeadas de jardines perfumados de jazmín sobreviven, empequeñecidas, a la sombra de modernos edificios. Viejos y sinuosos callejones nacen de anchas avenidas; y ostentosos automóviles modernos compiten en la calle con carros de vendedores. Mi hotel es un buen punto de partida para salir a recorrer la gruta de las Palomas que constituye la atracción natural más famosa de la capital. También aprovecho para pasear por el Corniche, el sendero que bordea la costa y probar varios platos que sirven los vendedores ambulantes. Más tarde me familiarizo con una visita al distrito central de Beirutconocido como Downtown, el cual me permite hacerme una idea aproximada de lo que esta población sufrió durante la guerra. Algunos sectores de esta zona se están restaurando, otras han sido derribadas  o convertidas en un paisaje apocalíptico de proyectiles estallados. La plaza de los Mártires, en el centro del distrito, nuclea un sinfín de modernos cafés, galerías de artes y negocios de ropa al mejor estilo europeo. La mezquita Al-Omari, también denominada la Gran Mezquita, es uno de los escasos edificios históricos que se conservan.   Un dato curioso: originalmente construida como iglesia de los cruzados en la época bizantina, fue convertida en mezquita en 1291.

Atardecer en el pueblo mediterraneo de Byblos, Libano

Atardecer en el pueblo mediterraneo de Byblos

Por un artículo leído en un diario porteño de Buenos Aires, tengo entendido que en la frontera con Israel, precisamente en Sadikkine, vive o vivía (si es que sobrevivió a la guerra con Israel), una familia argentina. Son los Balhas. Deseo encontrarme con ellos para que me cuenten en primera persona como han sido los bombardeos en una de las regiones más castigadas del país. Después de hacer una breve parada a la famosa ciudad de Tyre intento continuar hasta Sadikkine. Pero llegar hasta allí no es tarea fácil. Tras algunas horas de espera haciendo dedo en la ruta, combinado con un bus local y dos taxis logro alcanzar el pueblo. Aquí se nota un clima diferente. Hay tensión. A tan solo trece kilómetros se encuentra la frontera Israelí. Asimismo es uno de los pueblos con mayor presencia del Movimiento de Resistencia Islámico, Hezbollah. Me registro en un puesto militar donde me ayudan a buscar a la familia argentina. Después de recorrer algunas casas, las únicas que quedaron en pie, logro dar con la familia. Sin darme cuenta estoy hablando en perfecto castellano con Alejandro y Carlos. Sus historias desgarradoras me transportan en el tiempo. Mientras los escucho desde la terraza de la casa de su madre observo su pueblo totalmente destruido incluyendo sus propias casas. “Tuvimos que dejar todo y refugiarnos en Tiro a varios kilómetros de acá sin imaginar que allí también habría ataques y escondernos en la distante ciudad de Saida”. “Fue muy duro regresar al finalizar la guerra y ver nuestro pueblo totalmente devastado. Aun hoy, varios meses después no tienen agua y las excavadoras continúan levantando los escombros, cuenta Rosa Balhas, madre de cinco hijos quien dejó Lomas del Mirador hace  más de treinta años.

Vista general del pueblo bombardeado de Sadikkine

Vista general del pueblo bombardeado de Sadikkine

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La familia Balhas sostiene la bandera argentina sobre los escombros de lo que fue su casa en Sadikkine.

 

Después de compartir durante varios días sus tristezas y sus esperanzas, regreso a la ruta. La  misma me llevará hacia el norte para conocer Byblos, una ciudad milenaria que fue invadida por los persas, romanos y por el propio Alejandro Magno. Pero esos conflictos son más lejanos que los que acabo de vivenciar. Voy en busca de una imagen distinta de lo que la guerra me mostró.

Para continuar leyendo la historia completa de este destino podrás comprar el libro “Crónicas de Un Viajero Curioso” que en breve publicaré!

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Entre mayas, mercados y ruinas, Guatemala http://unviajerocurioso.com/2013/08/16/en-la-mistica-guatemala/ http://unviajerocurioso.com/2013/08/16/en-la-mistica-guatemala/#comments Fri, 16 Aug 2013 21:35:10 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1026 ]]> Llegar a Guatemala es introducirse en el corazón del mundo maya. Sus asombrosos paisajes esconden costumbres y formas de vida ancestrales. El imponente Lago Atitlan, la pintoresca ciudad de Antigua, las ruinas de Tikal, el mercado dominical de Chichicastenango o un paseo en canoa por el Río Dulce son algunas de las principales atracciones.

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Un campesino pasea por las calles de Antigua

Tikal es distinta a Chichen Itzá, Uxmal, Copán u otro gran centro Maya pues se encuentra inmerso en la misma selva del Petén. Sus imponentes ruinas muestran una geometría sorprendentemente exacta. En la Gran Plaza se encuentran enfrentadas dos pirámides, al oeste la del Gran Jaguar y al este la de los Mascarones, ambas son las mejores conservadas de todo el complejo. Sin embargo desde el Templo Cuatro, o de la serpiente bicéfala, es el lugar perfecto para apreciar la inmensidad de las ruinas. Ruidos, no muy lejanos, de monos, pájaros, entre ellos el quetzal, y otros animales, invitan a quedarse en la cima del templo hasta el atardecer. A un par de horas desde Tikal, se encuentra la ciudad de Livingston. Ubicada a orillas del Mar Caribe, es posible acceder solamente en canoa. A diferencia  de otras ciudades, uno puede encontrar guatemaltecos negros que hablan español y el lenguaje tradicional, Garífuna. Los garifunas son los descendientes de esclavos africanos traídos a América Central hacia fines del siglo dieciocho desde la isla de San Vicente. El estilo de vida de aquí más bien se parece al de Belice, con palmeras de coco, casas pintadas de intensos colores y una economía basada en la pesca y el turismo. Es posible realizar distintas excursiones, como caminar por la selva hasta Los Siete Altares, navegar el Río Quehúeche, hacer snorkel en los Cayos Sapodillas o simplemente disfrutar de unos ceviches frente a la bahía.

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Lavanderas a los pies del Lago Atitlán

Con sus calles empedradas, sus techos de terra cotta y una arquitectura colonial elegante, Antigua es sin lugar a dudas una de las ciudades más antiguas y hermosas de América. Durante 223 años sirvió como capital hasta que fue trasladada a la ciudad de Guatemala en 1776. En 1944, la UNESCO, la declaro Patrimonio Cultural de la Humanidad. El icono más destacable es el Arco de Santa Catarina, ubicado en la 5º Avenida, el cual  sobrevivió al terremoto de 1773. A pocos metros se encuentra la Iglesia y Convento de Nuestra Señora de La Merced, construcción barroca de una belleza sorprendente. La época ideal para visitar la ciudad es durante semana santa. El viernes, día de mayor agitación, hay una procesión que parte de la Plaza Mayor, cargando una pesada imagen de Cristo. Las calles se ven cubiertas de aserrín coloreado, componiendo alfombras geométricas. Bajo una densa humareda de incienso, una banda de músicos custodia la procesión. Las campanas suenas sin descanso. El griterío es intenso.

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Lago de Atitlán

Por los Pueblos de AtitlánEl Lago de Atitlán es sinónimo de paz. Rodeado por verdes colinas y  tres volcanes, Tolimán, Atitlan y San Pedro, invita  a quedarse sin apuros. En sus 128 kilómetros  de extensión se encuentran pequeños pueblos con la peculiaridad que cada uno tiene un nombre de un santo. En Santiago, Maximón es la auténtica deidad local. Su historia proviene de tiempos lejanos, cuando los indios se vieron obligados a transfigurar a sus dioses. Kulkán, la serpiente emplumada, vistiéndose de enemigo adoptó la forma de Maximón. Este complejo dios representa la traición. Es posible recorrer los pueblos en viejas combis, en bicicleta o inclusive navegar el lago de un extremo al otro. Santa Catarina Palopó, es un laberinto de angostas calles y casas de adobe. Una pequeña iglesia pintada de blanco inmaculado es su gran atracción. Como un desfile improvisado, la gente local circula  con sus tradicionales huipiles, colorida túnica, típica de las regiones mayas. La ruta continúa hacia San Antonio Palopó, a unos cinco kilómetros. Desde aquí se puede apreciar una de las mejores vistas de todo el lago. En su orilla, los pescadores ofrecen su mercadería a los comedores del pueblo, las lavanderas ordenan sus pesadas palanganas y los niños juegan con sus perros. Cada pueblo, guarda algún encanto especial. Unos ofrecen masajes orientales, otros insisten en probar sus tortillas de choclo, aunque lo mejor es dejarse llevar por el instinto y vivenciar el ritmo pausado de cualquiera de ellos.

Más que un mercado

Los días miércoles y sábados, comerciantes de distintos pueblos vecinos llegan a Chichicastenango para preparar desde el atardecer uno de los mercados indígenas más impresionantes de Guatemala. Extienden las artesanías, y bajo una gran manta preparan su cena. Duermen a la luz de la luna, en las arcadas cercanas a la plaza, esperando la llegada de  futuros turistas curiosos a la mañana siguiente. Es recomendable llegar temprano para disfrutar del mercado con tiempo, especialmente si se quiere probar algún bocadillo casero en el sector de frutas y verduras. Sin embargo Chichicastenango no solo es conocido por su mercado. Los masheños, como se los llaman aquí, son famosos por su fervor a las ceremonias religiosas. Se pueden presenciar ritos antiguos en la Iglesia de Santo Tomás o en la cercana montaña de Pascual Abaj. Los días domingos se celebran procesiones santas y es día de las cofradías. El mercado finaliza al llegar la tarde cuando la plaza recupera su tranquilidad habitual mientras camiones saturados de gente regresan a sus pueblos.

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Día de mercado en la ciudad de Chichicastenango

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A los pies del Caribe, Colombia http://unviajerocurioso.com/2013/08/16/a-los-pies-del-caribe-colombia/ http://unviajerocurioso.com/2013/08/16/a-los-pies-del-caribe-colombia/#comments Fri, 16 Aug 2013 20:50:12 +0000 http://unviajerocurioso.com/?p=1013 ]]> Desde Bogotá tomo un bus nocturno hasta Santa Marta  ubicada al norte. Si bien los días de gloria de esta ciudad pasaron hace tiempo, hago base acá antes de conocer el Parque Nacional Natural Tayrona. Me refugio en el pueblo pesquero de Taganga ubicado a sólo unos minutos de la ciudad. Aunque su playa principal no es bonita se puede recorrer a pie los acantilados hasta llegar a playa grande, una de las principales, o bien tomar una lancha hasta la bella playa bahía concha. En un día de sol espléndido opto por la última opción.

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La belleza del Parque Nacional Tayrona desde el mirador

El viaje transcurre tranquilo durante los primeros minutos pero a medida que nos internamos en el Mar Caribe la lancha empieza a dar saltos. De a poco nos empezamos a mojar con la espuma de las olas y llegamos a bahía concha empapados. Ni bien descendemos me hago amigo de unos colombianos y una chica argentina. Uno de ellos es famoso en el pueblo ya que se dedica al arte del tatoo,  su amigo da clases de circo en Bogotá y la chica argentina, que hace varios meses recorre Sudamérica, da shows de malabares y acrobacia. Cada uno ofrece sus víveres y compartimos un almuerzo informal. Nadamos en las aguas turquesas y tranquilas durante todo el día. Tomamos sol y leemos relajados bajo la sombra de unas palmeras. Llegada la tarde, mientras terminamos una partida de truco, la lancha nos recoge nuevamente.

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Por las coloniales calles de Cartagena de Indias

Por la noche me dedico a recorrer los puestos de artesanías y a comer en uno de los tantos bares una deliciosa trucha al limón.  Al día siguiente reorganizo mi pequeña mochila y tomo un bus para llegar hasta la entrada del Parque Tayrona. Después de pagar el ticket  inicio, junto a varios mochileros, un mini treking de dos horas hasta llegar al camping Los Arrecifes. Rodeados de altas palmeras me instalo en la carpa ya armada que ofrece el lugar. Todo el camping goza de una gran tranquilidad ya que estamos en temporada baja. Repongo energías con unos jugos naturales de mango y mora en el único restaurante del camping y salgo a conocer unas de las tantas playas del parque llamada la piscina. Sin olas y con una temperatura ideal me doy un buen baño. Desde el agua se puede apreciar la exuberante vegetación colmada de palmeras, rodeadas de enormes rocas. En los días siguientes me dedico a hacer caminatas hasta las distintas playas, en especial las que se encuentra en el cabo San Juan de Guía, por lejos, las mejores.  Hace tres días que estoy en el parque y aún sigo sorprendido por la belleza de este lugar.

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Una de las primeras playas (La Piscina), al llegar al camping Arrecifes en el Parque Tayrona

 Un lugar en el mundo

El calendario marca la partida hacia Cartagena. Llegar a esta ciudad es transportarse en el tiempo. Su casco viejo rodeado por sus trece kilómetros de muros coloniales me dejan boquiabierto. Se que esta ciudad, declarada patrimonio mundial por la Unesco, es para vivirla tranquila y relajadamente. La dueña del hotel, una enamorada de su ciudad, me comenta que sus muros fueron construidos a finales del siglo XVI tras el ataque de Francis Drake. El proyecto tardó dos siglos en completarse y fue terminado en 1796, casi 25 años antes de la expulsión de los españoles. El primer día me pierdo mientras recorro los barrios históricos de El Centro y San Diego. De a poco voy descubriendo los íconos de la ciudad: la puerta del reloj, la plaza de los carruajes, la plaza de la aduana o el monumento a la india Catalina la cual es un homenaje a los caribes, grupo étnico que habitó estas tierras antes de la conquista española.

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Un vendedor ofrece su mercadería en Playa Blanca

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Cae el sol en Santa Marta

Mientras admiro los detalles arquitectónicos saboreo unas ricas arepas de huevo, una masa de maíz frito con huevo dentro, y unos jugos de piña y fresa. Pero Cartagena no es sólo conocida por su impactante arquitectura. A muy corta distancia se encuentra la maravillosa playa Blanca, un destino irresistible. Con la experiencia de los saltos en lancha opto llegar por tierra. Si bien no hay agua caliente ni energía eléctrica decido pasar varios días en esta paradisiaca playa de aguas cristalinas entre colores turquesas y verde esmeralda. Sigo mi instinto aventurero y por las mañanas, practico snorkeling, por la tarde un poco de sol y jet ski. Los días de sol me atrapan y la semana que paso a los pies del Caribe, por suerte se hacen eternos.

Estoy nuevamente en Bogotá mi punto de regreso. Atrás, quedan los magníficos paisajes, la eterna amabilidad colombiana, las caminatas por senderos selváticos, las playas con aguas turquesa y unos jugos naturales que aun saboreo en el paladar. Es inevitable recordar el lema publicitario. “Colombia, el único riesgo, es que te quieras quedar!”

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Haciendo un treking por el P.N Tayrona

Para continuar leyendo la historia completa de este destino podrás comprar el libro “Crónicas de Un Viajero Curioso” que en breve publicaré!

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Travesía en 4×4 por Bolivia y Chile http://unviajerocurioso.com/2013/08/09/travesia-por-bolivia-y-chile/ http://unviajerocurioso.com/2013/08/09/travesia-por-bolivia-y-chile/#comments Fri, 09 Aug 2013 14:45:29 +0000 http://unviajerocurioso.wordpress.com/?p=870 ]]> Desierto Boliviano (56)

Por el desierto de Bolivia

Gyser de Tatio, Chile (2)

Flamencos en las lagunas chilenas

Después de hacer dedo durante tres horas, Juan, un camionero peruano, me recoge en la ruta. Desde el pueblo de Susques (Argentina) hasta la frontera chilena no son más de 60 kilómetros, sin embargo me desplomo a los pocos minutos en el asiento. El ruido de los frenos viejos me hace reaccionar. Estamos en la aduana. Una fila interminable de autos es el índice que el tramite será lento. Me aproximo para conversar con un grupo de motoqueros que viaja por América del sur. Son seis, algunos de Europa y otros locales. Empezaron en Ushuaia y llegaran hasta Colombia. Mientras almorzamos, Juan me cuenta que antes trabajaba en las salinas grandes pero el trabajo era muy duro. “Ahora me dedico al transporte, aunque me mantiene mucho tiempo fuera de de mi familia”. Otra vez en ruta y la inmensidad de la soledad.  Aprovecho para continuar con mi libro de lectura.

Gyser de Tatio, Chile (6)

Gyser El Tatio, Chile

El final llega casi simultáneo al abrazo de despedida con mi compañero. Me bajo a las afueras del pueblo San Pedro de Atacama. El asfalto y el camión se hacen uno en la distancia. Mientras camino por las calles de tierra del pueblo algunos chicos me ofrecen hoteles. Empieza a caer la noche y lo único que necesito es una buena cama. Me decido por uno ubicado en la calle céntrica, cerca de las agencias de turismo y los barcitos. Al amanecer comparto el desayuno con dos rosarinos. Decidimos alquilar unas bicis y salir a recorrer parte del Valle de La luna, donde se pueden ver unas formaciones rocosas extrañamente erosionadas. Es aquí, en esta parte de la tierra donde el promedio de lluvias es el más bajo del mundo. En algunos sectores del desierto no ha llovido por más de 300 años.

Laguna Colorada (28)

Laguna Colorada, Bolivia

Laguna Verde, Bolivia

Laguna Verde, Bolivia

A pesar de contar con la ayuda de una buena montain bike, algunos tramos se hacen muy duros. Recorremos cuevas, dunas, y nos dejamos atrapar por uno de los atardeceres más sorprendentes que jamás haya visto. Al otro día me dedico a consultar precios y opciones para realizar una de las expediciones más tradicionales. Recorrer en 4 x 4 El Tatio y sus gyseres, cruzar el altiplano boliviano para conocer la laguna verde, roja y blanca donde habitan flamencos y guanacos. También sus famosas fumarolas, sus aguas termales y pueblos inhóspitos. El momento culmine es cuando se atraviesa el Salar de Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo. Me decido por Atacama Inca Tour, según la gente del lugar, la más confiable. La alarma de mi reloj anuncia las cinco de la madrugada.  Agarro mi equipo de fotografía y me uno al grupo. El chofer de una de las camionetas nos cuenta en el camino que de apoco nos vayamos abrigando. Nos dirigimos a  El Tatio, un campo lleno de gyseres. La idea es llegar antes del amanecer para apreciar las humeantes fumarolas en el altiplano. El cambio de temperatura es abrupto. A pesar de estar en enero, pleno verano, el lugar nos recibe con casi 10 grados bajo cero. Nuestro guía nos recuerda que el agua hierve a altas temperaturas y que tengamos cuidado al caminar por la zona ya que han ocurrido algunos accidentes graves. Por distintas partes las fuentes termales expulsan chorros de agua y vapor al aire. Aprovecho para tomar fotos mientras el amanecer pide permiso. Cientos de turistas contemplan el fenómeno.

Valle de la Luna, Chile (7)

Magnífico atardecer en el Valle de la Luna, San Pedro de Atacama, Chile

Cuando el sol ya entibia la mañana nos juntamos para disfrutar de un buen desayuno. Chocolate caliente, facturas y galletitas dulces. El viaje lo comparto con Fernando un argentino que se escapó de la city porteña y se fue a vivir a Bariloche, una pareja de australianos y dos ingleses. Nuestro próximo destino suena muy grato y divertido. Bañarnos en unas aguas termales en medio del desierto. Llegamos a un pequeño refugio donde nos cambiamos. Algunos festejan el momento con una cerveza, otros con una copa de vino. Yo intento relajarme de mis últimos días de viaje. Descansamos unas dos horas y luego continuamos  el periplo para conocer  las lagunas. La oficina de migraciones  de Bolivia se asemeja más a una casa abandona o un  pequeño refugio de montaña. Después de un largo tramo llegamos a la laguna blanca. En la orilla varias piedras negras hacen de contraste. El paisaje se completa con varios flamencos dispersos por el agua. Desde un punto alto aprovecho para hacer fotos de este lugar único donde las personas se pierden en la inmensidad. Al finalizar el día llegamos a un pequeño pueblo donde nos alojamos en un hotel. Mientras esperamos la cena, un buen asado y fruta, se arma el primer partido de truco. Seleccionamos unos temas de Fabiana Cantilo como música de fondo.

San Pedro de Atacama, Chile (1)

Llamas en los paisajes de San Pedro de Atacama, Chile

Al día siguiente nos internamos en pleno desierto. Después de algunas horas nos detenemos cuando el guía nos enseña gigantescas rocas de distintas formas. La mas sorprendente es “El Árbol”, lugar inevitable para hacer una foto de grupo. Luego de retomar el rumbo hacia la laguna verde, sucede lo inesperado. Se pincha una de las ruedas. “Por precaución siempre viajamos en grupo”, nos dice el conductor. Mientras esperamos el cambio aprovecho para hacer fotos de un volcán lejano, según mi GPS es el Licancábur. A lo lejos distingo unos pequeños puntos de colores que lentamente se acercan. Mi duda se revela cuando advierto que se trata de unos ciclistas. Me cuesta comprender que hacen por estas latitudes. Uno de ellos, un francés, nos explica que están pedaleando desde hace dos meses para llegar hasta el Salar de Uyuni y después continuaran hasta el Amazonas. “En total será un viaje de casi siete meses”. El motor de la camioneta indica que está todo en orden y podemos seguir viaje. Llegamos a la laguna cerca del mediodía. Su verde esmeralda intenso nos deja a todos deslumbrados. Nos bajamos y comenzamos  a caminar por la orilla. En un lugar cercano armamos el almuerzo. El paisaje atrás parece una escenografia. Continuamos viaje hacia la última de las lagunas, la colorada, particular por la gran cantidad de óxido presente en la zona. Ya entrada la noche nos hospedamos en el mágico hotel de sal. Una estructura compacta de bloques de sal ubicado a la entrada del salar (Uyuni). Sus columnas, camas, mesas, todo de sal puro contrasta con los telares y manteles de colores vivos. Una rica sopa típica de Bolivia y unas brochote de llama me hacen recuperar la energía. Camino por los pasillos con la sensación de pisar vidrio molido y me doy cuenta que estar descalzo resulta muy placentero. El destino me lleva a reencontrarme con unos amigos que hice en Perú tiempo atrás. Nos quedamos conversando hasta tarde intercambiando anécdotas de viaje. A la mañana temprano comenzamos a atravesar el salar. Un recorrido de casi 80 kilómetros que terminara en la ciudad de Uyuni. Grandes charcos de agua, que se vuelven espejos se dispersan por todo el desierto confundiendo la ubicación de la línea del horizonte En la primera parada nos detenemos a conversar con los trabajadores locales. Me acuerdo entonces de Juan el transportista, cuando los veo cavar en los pozos bajo un sol demoledor. Les saco fotos a varios y prometo enviárselas ni bien llegue a Buenos Aires. Antes de terminar la expedición hacemos un alto en el cementerio de trenes donde varias  formaciones abandonadas y oxidadas se encuentran allí desde hace años. Nos trepamos a una de ellas, la locomotora principal para recorrer los techos de los vagones. Desde la altura se observan cientos de vías desparramadas en forma de palitos chinos. Más adelante y a lo lejos nos espera la ciudad, nuestro destino final.

Para continuar leyendo la historia completa de este destino podrás comprar el libro “Crónicas de Un Viajero Curioso” que en breve publicaré!

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