Escribo este post después de haber pensado bastante en los días compartidos en la isla de Utila. ¿La razón? No es que no tuviera nada para escribir, al contrario. Lo que ocurre es que nuestro paso por el caribe hondureño es un poco contradictorio o como bien dice la película, El espejo tiene dos caras.
Primero ubiquemos a esta pequeña isla. Está a una hora de La Ceiba si vas en bote lento o a 15 minutos en el ferry express. Si estás con tiempo seguramente te tomarás el primero por tan solo 12 dólares (ida y vuelta) con impuestos incluídos. El pasaje de regreso está abierto por un mes. Te aconsejo que si queres regresar un domingo vayas el día anterior a confirmar tu pasaje o varias horas antes el mismo día porque se llena de gente.
Muchos nos recomendaron venir hasta acá y el hecho de haber estado en Roatán unos años atrás fue suficiente para conocer un lugar nuevo. Ni bien llegamos, el muelle nos recibió con motos, motitos, cuatriciclos, y cuanto vehículo pueda hacer ruido. Pensamos que por estar en el centro neurálgico sería solo ahí pero con el correr de los días nos dimos cuenta que en general la isla tiene mucho movimiento. No es de esos lugares donde vas a encontrar relax. Indudablemente no! Nos hospedamos por cortesía en el Mango Inn, que por estar ubicado a unos 300 metros de la calle principal es como un osasis para encontrar menos ruido. Lo bueno es que tiene una pileta muy grande con agua fresquita, ideal para esas tardes de calor.
Caminando por las calles de Utila pudimos encontrar distintos tipos de habitantes. En primer lugar están lo nativos que tiene su negocio dígase, panadería, comedor, supermercado, etc. Después están los extranjeros que viven acá hace un tiempo. Este es el caso de Marcos, un argentino que con su esposa y sus dos hijos pequeños (ahora tienen más de 20 años) mientras daban la vuelta al mundo se detuvieron en Utila y encantados con este pedacito de tierra no se fueron nunca más. Inteligentemente construyeron su casa en uno de los canales donde ahí si existe la tranquilidad. También está Lou, un francés que dejó su bella París para abrir un puesto de crepes (muy ricos a decir verdad) y terminó casándose con una hondureña. Hoy vive feliz en la isla con sus tres hijas.
Después están los extranjeros que vienen a trabajar a alguna escuela de buceo como instructores, esos son la mayoría. Y en último lugar los viajeros como nosotros, que se quedan un par de días buscando un poco de sol, agua turquesa y paisajes distintos al de las verdes y hermosas montañas del continente. Y en cuanto a lugares bonitos y atardeceres soñados, si que los hay (especialmente desde el muelle principal).
Tal vez nuestro error fue generarnos mucha expectativa por todos los comentarios que nos habían hecho. Ojo, no digo que la isla de Utila sea fea, tiene partes bonitas como te comentaba recién, pero como nosotros dos no practicamos buceo, la actividad principal que se da acá, tuvimos la impresión de que nunca le encontramos la vuelta. Y eso que hicimos muchos planes de los cuales varios estuvieron muy piolas. En primer lugar fuimos al tanque de agua que para llegar vas preguntando a los locales y te dan las indicaciones (a veces no muy precisas). Lo cierto es que tenes que preguntar como llegar a Iguana Station, de ahí cruzar la canchita de fútbol y después girar a la izquierda. Pasás el portón que según varios es rojo, pero no se si es que está despintado o que, pero es más marrón oscuro que otra cosa. Sorteas el alambrado de púa y unos metros arriba de una lomada está el tanque. Desde ahí se ve una gran parte de la isla, pero no creas que es el mirador de Ko Phi Phi en Tailandia ni mucho menos.
Al otro día nos fuimos a la playa Neptuno. Para llegar podes caminar 40 minutos desde el muelle o tomar un tuk-tuk (moto-taxi) por unas 30 lempiras (1,5 dólar) hasta el otro muelle. Desde ahí son unos 15 minutos en otro bote por otras 50 lempiras. Algo importante para mencionar es que en esa playita no se permite llevar comida y supuestamente uno tiene que consumir algo del restaurante que hay en el complejo, pero…como nos había sobrado pizza del día anterior y no pensábamos tirarla, la llevamos en la mochila. Nosotros la comimos frente al mar (un poco a escondidas) y no pasó nada. Como hacía mucho calor nos tomamos unos buenos refrescos. Los que no nos dieron respiro ni un solo minuto fueron los sandfly (mosquitos de arena). A pesar de tener off fue una lucha constante y si fuera un partido de fútbol ellos nos ganaron por goleada. Terminamos con miles de picaduras en todo el cuerpo. Dicen por ahí que hay un aceite (tipo de bebé, antimosquito). Habrá que ver si funciona o no.
Como estábamos hospedados en Mango Inn nos dejaron usar los kayaks que Utila Dive Center tiene en su local. Si te gusta el buceo este es uno de los mejores lugares de toda la isla.
Al tercer día decidimos ir a conocer los pequeños cayos, siendo el más lindo Water Cay o al menos es lo que la mayoría dice. Por casualidad dimos con el Capitán Hulk, si como el personaje de la serie, pero en este caso él no se transformaba en ningún monstruo verde.
No recuerdo su nombre, o tal vez no nos los dijo, pero Hulk como le dice la mayoría tiene una vida que muchos envidiarían. Está sentado en la puerta de su vieja casa de madera jugando dominó con locales y turistas. Si alguien decide conocer los cayos, se retira del juego sin disculpas, camina hasta el jardín (por nombrarlo generosamente así) de su casa y baja el bote que tiene amarrado. Nos dio gusto hacerlo con él y no con una agencia porque sentimos que realmente lo estábamos ayudando.
Water Cay tiene una costa de agua turquesa, verde esmeralda que impresiona, pero también tiene una parte con un poco de basura (que es la opuesta a la que llegan los botes o lanchas) y a la que llegás en 5 minutos a pie. Nosotros estuvimos en el mes de diciembre (2015) y había muy pocos turistas. El lugar es tan pero tan pequeño que por poco se ve el extremo opuesto desde uno de los lados. Hay muchas palmeras y si tenes una hamaca no te olvides de traerla para una buena siesta o acostarte a leer un libro para cuando el sol está fuerte.
Mirando hacia el mar caribe la imagen es perfecta, donde el agua tiene ese color que cualquier compañero de tu oficina envidiaría si te viera ahí nadando. Volvimos al centro de Utila y otra vez nos recibió el ruido de motos que pasan a toda velocidad. La isla tiene eso, mezcla de lugares lindos con una vibra que a nosotros no nos convenció del todo. Tal vez lo mejor sería que vayan y saquen sus propias conclusiones.