Dejamos atrás Ragusa, como también se conoce a Dubrovnik, con el objetivo de llegar a la Bahía de Kupari. En el camino entendimos porque los creadores de la serie Juego de Tronos eligieron este impresionante destino para sus filmaciones, una ciudad rodeada por murallas del siglo XIII.
Conversábamos sobre los viajes, sobre lo que nos gusta a cada uno y entonces Aldana pregunta. Perdón, pero… ¿Por qué vamos a Kupari? ¿Qué se puede hacer allá? A modo de introducción les conté que antes de la guerra de Los Balcanes, la Bahía de Kupari era un complejo de hoteles construido para militares de alto rango de la ex Yugoslavia. Ahí pasaban sus vacaciones en familia durante varias semanas. Todo bajo la autoridad del famoso Mariscal Tito. Pero claro, hoy en día el panorama que se tiene de ese lugar abandonado y en ruinas por las secuelas de la guerra es completamente distinto. Suena increíble y raro ir a un lugar de paseo donde años atrás se escuchaban el ruido de ametralladoras, gente sufriendo y viviendo como podía. La primera gran impresión la tuvimos cuando detuvimos nuestros ojos y el cochecito con Tahiel dormido frente al Hotel Pelegrin, uno de los cinco hoteles que alguna vez mostraron un lujo desbordante. Dicen los que saben que hasta el mismo Tito tenía una casa de veraneo en la bahía.
La fachada del hotel estaba llena de agujeros y entre hierros retorcidos y ventanas caídas nos metimos igual. Mientras avanzábamos por un pasillo pisando vidrios tirados en el piso descubrí que los lugares abandonados me atraen como un imán. ¿Tal vez porque me gusta imaginar el pasado? ¿Quien durmió en esa habitación donde ahora crecen ramas y pasto salvaje? o.. ¿En aquella otra donde un escritorio tirado en el piso está cubierto de polvo? Imaginé a gente conversando en el salón, tomando un buen vino, disfrutando de la vista frontal hacia el mar. Imaginé a amantes en su noche íntima, a parejas discutiendo o a niños en su primer verano de vacaciones. Sin embargo el silencio y la atrocidad se había adueñado de todo eso. Inclusive de los sueños de muchos que por una u otra razón perdieron la vida en otra infame guerra.
Nos fuimos a recorrer los otros hoteles aunque el paisaje era tan abrumador como el de antes. Sillas tiradas, recepciones quemadas, hierros torcidos y muchas balas de cañones. A muy poca distancia de ahí comienza la playa donde turistas locales y extranjeros se siguen acercando para disfrutar de un mar turquesa de aguas agradables. Nos refugiamos bajo la sombra de un árbol y sentados en bancos de cemento desparramados por el suelo sacamos nuestra comida. Era bizarro, era irreal, pero lo cierto es que estábamos de picnic entre medio de hoteles destruidos por la guerra de Croacia.
Te podría decir que mis pasos por este país fueron especiales. Fuimos echados por la policía por vender fotos y hacer magia, jugamos al gato y el rato por las noches, mientras Dino seguía haciendo magia a sus espaldas, corrimos a Tahiel de acá para allá, subiendo escaleras y descubriendo calles angostas. Y hasta tuvimos una vista del Mar Adriático desde un hotel bombardeado. Fueron solo cuatro días en Dubrovnik, pero fueron mágicos e intensos!