san juan del sur, nicaragua

Vista de San Juan del Sur desde el mirador (al atardecer)

Había una razón para viajar a San Juan o mejor dicho, a playa Marsella. ¿El objetivo? Escapar de las masas turísticas y compartir el inicio de 2016 en un lugar relajado y entre locales. El 29 y 30 nos hospedamos en “La Dolce Vita un hostal ubicado cerca del mar. Daniela, dueña del hospedaje y una de las tantas italianas que vive en Nicaragua, nos comentó que la locura estaba por llegar. Cientos de buses vienen desde distintos lugares para ver como es año nuevo en esta parte del país. Si sos de esos mochileros con espíritu de fiesta y de escuchar música fuerte hasta entrada la noche, este es el lugar indicado, nos dijo un día mientras tomábamos el desayuno. Pero nosotros preferimos trasladarnos a Marsella ubicada a unos 9 km. La playa de ahí tiene forma de bahía y es la cara opuesta de su vecina y famosa San Juan del Sur. Ni bien llegamos lo que más nos llamó la atención fue la cantidad de pelícanos y pescadores metidos en el mar. Los primeros zambulléndose a toda velocidad con una precisión asombrosa y los segundos intentando atrapar peces sin cañas y sin redes. Con un poco de tanza, un anzuelo y mucha paciencia, se pasan toda la mañana en busca del preciado urel, el pescado local.

playa marsella, nicaragua

Pescadores de Playa Marsella

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Vista de San Juan del Sur desde el mirador

Marsella tiene calles de tierra, un par de hospedajes y no muchos lugares donde comer. Pero es el típico lugar donde todo parece transcurrir en cámara lenta. El 31 a la noche el pueblo y un par de turistas curiosos como nosotros caminamos unos 300 metros hasta la playa. El gran espectáculo era la quema de un muñeco atado a un palo del que se suponían saldrían fuegos artificiales. Unos segundos antes de las doce dos jóvenes de acercaron con antorchas e iniciaron la quema. Si no fuera porque el ruido de las olas del mar estaban acompañadas por un cielo estrellado tipo escenario de película yankee los fuegos artificiales perfectamente habrían sido más importantes pero apenas unos pocos llegaron a subir, explotar y hacer luces. Eso sí, el muñeco empezó a “cobrar vida” y comenzó a largar bolitas de fuego por la arena (pirotecnia trucha, le llamaría yo) iniciando una corrida bastante confusa entre los presentes. A más de uno en el pantalón le debe haber quedado un lindo agujero negro como recuerdo.

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Playa Marsella el día 31 por la mañana

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Playa Marsella durante la tarde del 31 de 2015. Pura soledad!

Me había propuesto comenzar el año haciendo algo diferente. ¿Y qué mejor que practicar surf en playa Maderas donde el viento y las olas son de las mejores en Nicaragua? A esta playa se accede caminando después de una breve pero intensa caminata de un kilómetro en constante subida. Pero tal vez por el calor, las pocas ganas de caminar o por un poco de suerte siempre fuimos y volvimos haciendo dedo.

-Si no escalas la montaña, jamás podrás disfrutar del paisaje- - Pablo Neruda

Atardecer en San Juan del Sur. Y no se porque me acordé de esa famosa frase.

Playa Maderas

La marea baja y así queda una parte de Playa Maderas al atardecer

Hola, buen día! Quería llevar una tabla pero como recién estoy aprendiendo no se cual es la mejor opción. El chico se levantó de su asiento (un cajón de madera) y revisó con atención, como si fuera médico cirujano, las que le quedaban. Con determinación resolvió que sería la que estaba pintada con los colores de la bandera de Jamaica.

¿Y esas pequeñas? le pregunté.

Ah, no! Esas son para expertos, para profesionales, vio? Si se sube a una de esas con seguridad se va a caer en seguida.

Me fui con la tabla de Bobb Marley bajo el brazo caminando directo hacia el mar.

Escuchaba romper las olas con fuerza y mi entusiasmo tenía una mezcla de adrenalina con ansiedad. Estuve unas tres horas seguidas intentando cabalgar las olas hasta que mi falta de entrenamiento me avisó que era mejor parar un rato. Volví dos veces más hasta que el mar empezó a tener ese típico color anaranjado del atardecer. Por un instante dejé de buscar el viento, la dirección de la mejor ola y ver si podía surfear en la Bob Marley. Me di cuenta que lo mejor estaba en disfrutar ese momento. No exagero, pero habrían unos 40 surfers sentados en sus tablas y el espectáculo era indescriptible.

Regresé al hostel como si alguien me hubiera dado un tranquilizante. Me sentía demasiado relajado y entonces me di cuenta que era la primera vez que experimentaba algo así en un viaje. Nunca antes había estado en un atardecer, sobre una tabla de surf en el Mar Caribe. Y saben que, eso de que las mejores cosas se encuentran en los hechos más simples realmente es verdad.

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Muy cerca de Playa Maderas se encuentra Playa Majagual, nada de sur, solo familias nicaraguenses

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Atardecer en Playa Maderas, otro día que volví pero solo para ver el mar

Ahora me doy cuenta porque muchas veces cuando estoy en mi casa de Buenos Aires miro por la ventana e imagino que al fondo en vez de edificios hay un mar lleno de olas enormes. ¿Será que habré nacido en el lugar equivocado? No lo se, pero mientras tanto, seguiré viajando para comprobarlo.