Después de almorzar filet de merluza, con ensalada y flan casero, nos fuimos a lo de Tuto. A lo de quien? A perdoná es que yo sigo enganchado con esto de los apodos. A lo de Fernando Luján, el encargado de las excursiones en cuatriciclos.
Sebastián, Lucila y yo estamos sentados en un banco de madera frente a Tuto. Parecemos tres alumnos junto al maestro. Y en realidad lo es, ya que él es un experto en los cuatri. Acá las reglas son básicas y estrictas, esto es una excursión de paseo, no se compite, no se juegan carreras, nos dice mientras mi cuerpo hace un esfuerzo por dominarse. Porque si hay algo que me encanta es la adrenalina.
Después de la charla básica, hacemos un práctica en la pista. Siempre mantengan la distancia de cinco metros entre uno y otros así evitamos un choque en cadena. Miren, acá está el freno y recuerden tener siempre los pies arriba del vehículo. Después de pasar este breve examen estamos listos para salir a explorar las sierras. Tuto nos hace señas y cruzamos la ruta principal. En un abrir y cerrar de ojos estamos manejando por calles de tierra, con campos a los costados con caballos y el perfume que nos llega de los pinos. De pronto el caminos se hace angosto. Entramos en un bosque, atravesamos pastos altos y entre charcos de agua y curvas con piedras llegamos a un mirador. Es el momento obligado de una foto del grupo.
Pero… todavía faltaba mucho por hacer en Tandil. Caminando sin rumbo nos encontramos con “Casa Tomada”. Ya se, te estás imaginando lo peor, pero te cuento. Casa Tomada es un café literario. Lo conocimos con Lucila de casualidad cuando hacíamos el circuito de salames. El proyecto nació entre varios amigos. Una casa enorme estaba por venderse y ellos le propusieron al dueño hacer un café donde la gente pudiera ir a comprar y leer libros mientras come una buena porción de torta con un cafecito. Y si vas de noche te puede pasar como a nosotros, que cuando estábamos terminando la pizza empezó un show de música. Lucas, uno de los dueños, lleva el alma literaria en la sangre, se le nota. No solo porque va a un taller de escritura, sino porque cada detalle que tiene Casa Tomada está hecho desde el corazón. Y… ¿eso como te diste cuenta? Porque arriba de la mesa de la recepción había una máquina de escribir antigua, de esas Olivetti, donde decía: cuento colectivo. Ellos empiezan con una historia y los que llegan pueden continuarla. Solo podes escribir dos o tres renglones y al final del día hay un historia terminada. Che, que buena idea! Bien entrada la noche, nos fuimos a dormir agotados de tantas actividades.
El domingo, el último día, amaneció otra vez con sol. No podíamos creer que seguíamos con tan buena suerte. Días primaverales perfectos. Mientras subíamos por la aerosilla donde está el parador El Centinela, tuve una sensación extraña, había tanta paz allá arriba que quería quedarme suspendido para siempre. El viaje podría haber durado más observaba Lucila y creo que tenía razón. Después de ver la Piedra del cacique, nos fuimos a almorzar al parador. Imaginate esta situación. Buena compañía, mesitas debajo de los árboles, la vista increíble de la sierras al fondo. Primer plato una picada de quesos, salames y algunas verduras en escabeche. Después, probamos unas cazuelas de pollo. Ay Tandil, ya te empiezo a extrañar pensaba cuando estábamos a tres horas de tomar el bus de regreso. Pero eso de que lo mejor viene a lo último cobró sentido cuando fuimos al museo. Si bien fue una visita exprés y de sus 15 salas solo llegamos a ver la mitad, Alexis se encargó de mostrarnos lo principal. Previa copita de anís servida en una pulpería original, conocimos la sala de las carrozas y carruajes, la primer farmacia del pueblo, una máquina gigante de imprenta, un avión Gloster que usó la Fuerza Aérea Argentina hasta 1971 y hasta la nueva sala dedicada a las Islas Malvinas. Caminar por ahí, ver fotos, artefactos de guerra, y utensilios de combate me movilizó un poco. Cuando me despedí, me di cuenta que no supe el apodo de Alexis, o tal vez no tuviera. Lo cierto es que nos invitó a conocer el resto del museo para cuando quisiéramos.
Cuando uno pasa más de un día con un persona que se siente a gusto, empieza a encariñarse conoce su forma de hablar, con sus códigos, sus chistes y pasa de una simple charla de viaje a conversar sobre cosas mas personales. Nos despedimos del vasco, de Tandil, del aire puro, de su amistad y también de una ciudad donde los autos todavía frenan cuando cruzás la calle.
Un viajero curioso recibió apoyo de www.turismo.tandil.gov.ar para paseos y hospedaje.
Info útil: Bar El Firpo de Lavié, 14 de julio 201 ( 0249 442-1951). Excursiones en cuatriciclos: Avenida Estrada 2940 (Cel: 0249 1546-34520), Museo Histórico: 4 de abril 845 (martes a domingos y feriados de 14.30 a 20 hs), Complejo Cerro El Centinela: 0249 4448933. De la Terminal de Bus de Reitro a Tandil son 370 kilómetros (5.30 /6 hs de viaje).