Una de las cosas que más recuerdo antes de empezar a viajar era cuando veía el programa Lonely Planet por televisión. Me pasaba horas atrapado por los destinos que recorría el protagonista, un simpático inglés que ahora no recuerdo bien su nombre. No solo me seducía su espíritu libre o al menos eso era lo que me transmitía, sino que cada tanto se permitía descansar en compañía de sus pinturas.

Nunca supe si eso era una puesta en escena para el programa o si realmente el amaba la pintura, pero si me quedó grabado ver cómo le daba forma y color a esa hoja en blanco mientras miraba el paisaje.

Muchos años después cuando empecé a recorrer el mundo me preocupaba por visitar esos íconos imperdibles que recomendaba un amigo, la guía, el hostel o ese programa de TV. Después me fui dando cuenta que lo mejor era perderse mientras caminaba con la cámara de fotos buscando historias, los encuentros con extraños, conversar y caminar lento. Bien lento.

Un día mientras preparaba la mochila para irme a recorrer Asia durante varios meses se me ocurrió comprarme una cajita con acuarelas. No tenía idea si las usaría, si algo “bueno” saldría a la luz, pero quería tener una vía de conexión diferente entre lo que pasaba afuera y en mi interior. Seguramente que estarán pensando que de ese viaje volví con cientos de pinturas, pero la realidad es que nunca la abrí. En realidad no porque no quisiera pintar sino que la fotografía me atrapó día tras día hasta el momento de regresar a Buenos Aires.

Este cuadro está inspirado en el río Nilo, uno de mis preferidos en el mundo

Este cuadro está inspirado en el mar, precisamente en las costa de África del Este

Este cuadro está inspirado en las calles de Barcelona, España

En el 2012 tomé unas clases de pintura y ahí me volví a conectar con los viajes y las acuarelas. Pensé, por qué no intentar pintar o interpretar a mi manera lo que vieron mis ojos en tantos lugares. Lo mejor de todo esto es que la pintura permite modificar la realidad, cosa que al tomar una foto no ocurre. En el papel uno puedo pintar peces en el cielo, niños volando con un barrilete, estrellas en lugares impensados, etc.

Con el tiempo descubrí la pasión por tres cosas que se unen:

  1. Viajar
  2. Fotografiar mientras viajo
  3. Pintar lo que descubrí en un viaje

Para pintar necesito mi espacio, desparramar los pinceles, tinta china, acuarelas, hojas sobre una mesa grande y eso en un viaje es un poco complicado cuando uno está de acá para allá, moviéndose constantemente. No digo que sea imposible, pero al menos por ahora no lo logré.

Inspirado en los niños que juegan con barriletes en Afganistán e India

Inspirado en las sierras de Córdoba, Argentina

Inspirado en las casas de Kampala, Uganda

Lo que nunca imaginé es que ese pueblito de Uganda, de Haití, esa megaciudad de Singapur o el ver a niños jugando con sus barriletes en Varanasi, India, iban a ser el motivo inspirador para este nuevo proyecto. Dicen que todo emprendimiento debe tener un nombre, algo que lo identifique, pero hasta el momento está huérfano de nombre. Por ahora disfruto que la pintura tome forma de cuadro, cuaderno o rompecabezas. ¡Por ahora pinto mis viajes!

Por momentos tomo los lápices acuarelables… y me transporto a otras galaxias.

Sueños de galaxias. Inspirada en el cielo de Uzbekistán

Si querés ver todos los cuadros pintados, anotadores y rompecabezas inspirados en estos años de viaje hacé clic en esta última obra titulada “Sueños de galaxias”