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Un mural cerca de la famosa calle Kao San Road

Hola, ¿cómo estás? ¿cómo va todo por allá?

Hace unos días que venía pensando en escribirte y por una cosa u otra se me fue pasando. Es muy poco el tiempo que hace que estamos separados pero estando de viaje no te das una idea cuantas cosas nuevas pasan y pierdo la noción del día o inclusive de la hora. No quiero que te pongas mal pero te tengo que confesar algo. Si bien te quiero y lo sabes, no te extraño mucho, aunque si te imagino en algunos momentos. Por ejemplo cuando llegué a Kuala Lumpur hacía un calor agobiante y pensaba en vos: es como nuestro verano, tal vez un poco más intenso.

Los primeros días fueron extraños, estaba feliz de estar por Asia otra vez pero como todas las cosas necesitaba adaptarme y no me refiero al clima solamente sino a lo emocional también. Es muy raro haberte dejado sin saber desde donde y cuando volveré a verte. Claro, no te había dicho que compré un pasaje solo de ida a Malasia. Tal vez fue una travesura de mi parte haber actuado así, igual sabes que volveremos a estar juntos en unos meses.

No es que no me quiera enterar como van las cosas por allá, pero para conectarme con esta nueva realidad no estoy mirando mucho los diarios. De todas maneras algunas cosas supe por mis amigos y la familia.

Seguramente estarás ansiosa por saber en que ando y como no guardo secretos con vos te voy a contar todo. Tal vez sea un poco desordenado pero te lo comparto a medida que me voy acordando. Una de las cosas que me gusta es tener experiencias diferentes. Aprender palabras en otros idiomas, probar comidas locales y charlar con la gente. En especial esto último porque de esta manera es como puedo aprender de los demás e inclusive vivenciar gestos solidarios como el que ocurrió hace poco.

En un bar de Langkawi conocí a Mohamed, un chico de Siria que trabaja como mozo. Hace solo un año que pudo escapar de la guerra civil que vive su país. Le conté que había estado dos veces allá y mientras le mostraba algunas fotos por la compu me di cuenta que sus ojos hablaban de tristeza. Después desviamos la conversación hablando sobre fútbol y otras cosas porque sentí que no le hacía bien hablar de la actualidad. Me sorprendió al principio y después entendí la razón. Cuando fui a pagar la cena hizo un gesto diciendo que él invitaba. Se me hizo un nudo en la garganta y sentí ganas de abrazarlo. Entonces lo abracé como cuando uno despide a un amigo. Regresé pensativo al hostel deseando lo mejor para todos los sirios, que aún fuera de su país, siguen demostrando su hospitalidad.

Un día estaba en una isla de Tailandia que se llama Ko Lanta, bastante tranquila en comparación con otras. Alquilé una moto y la sensación de sentir el viento en la cara era de pura felicidad. Y a veces pienso en esto, que con tan poco uno puede sentirse muy bien. Te había dicho que me estaba adaptando a lo emocional y no te conté nada más. Lo que sucede es que no solo te dejé a vos, también a mis amigos, el trabajo que tenía desde hacía 20 años, la familia y mi novia, aunque más adelante nos encontremos para viajar juntos por América Latina. Por eso los primeros días me sentía como en un gran sube y baja: feliz, triste, muy feliz, bajoneado, etc. Ahora entré en modo crucero y me siento estable, así que no tenés que preocuparte por mí.

¿Sabés que en uno de los hostels que dormí conocí a un japonés que estaba muy interesado en que le contara sobre vos? No se si fue la mejor descripción pero en resumen le hablé de lo lindo que son los paisajes del sur, de esa arquitectura europea desparramada por tus calles porteñas, de los churros, el asado, el vino, el mate, que nos gusta juntarnos entre amigos, etc. Y cuando le hablé del tango, me dijo que le gustaba mucho Piazzola. Él es músico, vive en Tokyo y tal vez por eso te conozca un poco.

Hoy es un día especial y reconozco que estoy un poco ansioso. Es que faltan muy pocas horas para encontrarme con un amigo que conocí justamente por tus pagos. Nos unió el arte, los viajes y la buena energía. Creo que no te había hablado antes de él. Se llama Ivanke y desde hace un año que hablábamos de este posible encuentro. Lleva un tiempo dando talleres de pintura por escuelas del mundo y mañana nos veremos en Bangkok. Pero lo que más me entusiasma es sumarme a su proyecto. Desde acá nos vamos a Birmania.

Bueno te voy dejando porque el ferry está por llegar a Krabi y desde ahí sigo a dedo hasta Surot Thani. En la próxima carta te contaré con más detalles todo lo que sentí cuando fui a Singapur, el día que casi se hunde el bote en que viajaba a una isla, como me divierto vendiendo postales en los mercados locales y los próximos destinos que deseo conocer.

¡Te quiero Buenos Aires! Hasta pronto. Esteban

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Peceras en el mercado de Chaucha

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Transporte público

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Con Ivanke, dibujando en la calle con los chicos

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De la serie “Retratos de Bangkok”

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De la serie “Retratos de Bangkok”

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De la serie “Retratos de Bangkok”