Necesitaba información sobre Uzbekistán, Kazajistán y Kirguistán, destinos que visitaré en unos meses. Que mejor que escribirle a Pablo Sigismondi, un amigo viajero que conozco hace tiempo. Ah, pero para que entiendan bien a quien le estaba escribiendo primero se los tendría que presentar como corresponde. No es un viajero más, no es un mochilero más. Es un cordobés de esos que conservan el acento aún viviendo fuera de su tierra, geógrafo que lleva recorrido más de 153 países. Créase o no todavía no escribió un libro y tampoco tiene un blog. Pero a esta altura eso no pareciera ser su interés y lo respeto. Sin embargo su memoria es una fuente de información como pocas y es muy solicitado para dar conferencias en varias universidades del mundo. Desde la última vez que estuvo en casa, allá por 2009 decíamos. Ojalá algún día coincidamos en un viaje, sería estupendo.
Chat de Facebook (como suele pasar cuando uno viaja, no recuerdo en que día de la semana estoy. Menos del número). Tal vez sea lunes o jueves. ¿Un 22 o 24? Solo se que estamos en marzo.
– Hola Pablo, ¿Cómo van tus cosas después de tanto tiempo? Che, ¿Tenés info de estos lugares que te enumero?, ¿Vos todo bien? Bueno, te dejo un abrazo grande desde Camboya.
– (Horas más tarde). Ey, estoy en Phnom Penh. Mañana mismo me tomo un bus y nos encontramos en Siem Reap. ¿Te parece? Así de mágicos e inesperados son los encuentros en los viajes.
Lugar: en la mesa de living del hostel
Momento del día: cenando amok de pollo (un plato tradicional de Camboya)
Plan para el día siguiente: de mi parte ninguno
Tiempo para compartir juntos: dos días antes de que tome un vuelo a Bali
Pablo cierra un libro y dice. Ya está, lo tengo. Mañana alquilamos una moto y nos vamos a Beng Melea y Ko Kher. ¿A dónde? Le digo. ¿Vos todavía no fuiste a Angkor Wat y me decís de ir otro lugar? ¿Estás seguro? Me relajé y me dejé llevar por las palabras de un experto. Al fin y al cabo alguien que da conferencias sobre Historia y Geografía debe tener sus motivos para ir a ese lugar. Salimos tarde, eran como las diez de la mañana, pero teníamos la confianza de poder recorrer unos 270 km en una scooter en un solo día antes de que caiga el sol. Decidimos repartirnos las tareas. Yo sería el conductor y Pablo el profesor. Mientras manejaba el me iba contando sobre la historia de Camboya, los jemeres rojos y sus atrocidades.
Muy resumido sería algo así: En 1975, después de la guerra de Vietnam, nació la organización guerrillera camboyana. Bajo la consigna “Búsqueda del enemigo interno”, la población civil fue sometida a un régimen de trabajos forzados, a la aplicación de extensos métodos de detención, torturas y asesinatos selectivos en masa. Durante este genocidio murió una cuarta parte de la población. Después de escuchar todo esto me cuesta concentrarme y seguir manejando. Pablo, creo que deberíamos tomar el camino de la derecha. Ok! Unos minutos más tarde nos para un policía en una “oficina”. ¿Van a Ko Kher? Son 10 dólares cada uno. Guardamos el ticket y avanzamos en línea recta con un paisaje tan solitario como los de África.
Te das cuenta Esteban, esto no es muy común! Lo que tenemos enfrente nuestro es una pirámide de 75 metros muy parecida a la de Saqqara en Egipto. En su cara hay una sensación de felicidad total. El sol del mediodía es el dueño de nuestras pisadas lentas. Igual decidimos subir hasta arriba y desde ahí tenemos una vista de 360º. Solo vemos bosques verdes, algo muy similar como en las pirámides de Tikal, Guatemala. En África, en Centro América y ahora en Asia unidos por el concepto de una pirámide. Gau! Bien, ahora vayamos por lo mejor, el templo de Beng Melea, un sitio arqueológico que está en medio de la selva a 87 km de Siem Reap.
Apuramos la marcha para llegar antes del atardecer. Es tan grande el silencio que oímos el ruido de los pájaros, ranas y hasta el de nuestras palpitaciones. Dejamos la moto debajo de un árbol y aprovechamos la última hora de luz. Nos sentimos como dos arqueólogos descubriendo un tesoro escondido. No se escuchan los gritos de los coreanos por sacarse una foto, no pasan los elefantes esclavos paseando turistas y ningún vendedor se acerca a ofrecer algo para comer. Un templo hindú con detalles budistas solo para nosotros!
Pablo, ¿Te acordás en que árbol dejamos la moto? Que culiao! Ni idea, me dice. Apenas nos queda batería en el celu y debemos cuidarla para el camino de regreso. Damos vueltas y vueltas, esquivamos ramas, subimos cientos de bloques de piedra con miedo a que no nos agarre algunas de las tantas víboras que hay por la zona. Después de media hora de búsqueda logramos encontrarla. Salimos por el mismo camino sin desviarnos un solo metro ya que alrededor todavía hay muchas minas sin detonar. Finalmente nos atrapó la noche e intentando llegar más rápido tomamos un atajo por un camino de tierra, pero los pozos, no visibles en el GPS nos terminan demorando mucho más de lo previsto. Los insectos se nos pegan en la cara, y cada tanto estamos obligados a apagar la luz de la moto.
Ni bien llegamos al hostel nos dimos un baño y salimos a comer algo. Mientras esperábamos la comida Pablo sacó un mapa arrugado de su bolsillo y se puso a estudiar nuestra próxima aventura. No hizo falta que le preguntara cuál sería el plan para mañana.
El hospedaje en Siem Reap fue una cortesía de European Guesthouse Pueden contactar a Chankea, que además de ser guía de turismo, les dará muy buena información para recorrer lugares no tan turísticos por la ciudad. Está ubicado en una zona tranquila, con buena señal de Wifi y muy rica comida. Les recomiendo amok de pollo! Más info o reservaciones escribiendo a: [email protected]