Tíbet

Tren a Lhasa, la aventura está por comenzar

Viajar en tren siempre es una experiencia especial. Al menos a mí me sigue pasando y siento como si fuera un niño que sale de viaje por primera vez. La idea de dormir en un vagón compartido me entusiasma tanto como viajar a dedo por cualquier ruta del mundo. Claro que no es lo mismo si esto sucede al viajar 45 horas desde Chengdú hasta Lhasa, la capital del Tíbet. Entre ida y vuelta fueron 90 horas de viaje en casi 7.000 km recorridos. Leer estas estadísticas tal vez te asusten pero la experiencia (o el deseo) valió la pena.

Lhasa, Tíbet

Uno de los primeros paisajes que verás antes del atardecer

La guía de viaje o la agencia de turismo seguramente te recomendará lo siguiente:

  • Sr. pasajero esté en la estación de tren al menos una hora antes de la partida.
  • No se olvide su pasaporte y el TTB (Tibet Tourism Bureau) otorgado.
  • Compre Radhiola para contrarrestar los efectos del mal de altura.
  • El primer día no haga grandes esfuerzos, no beba alcohol y coma poco.
  • Recuerde que entrar a los templos solo se puede con un guía contratado.

A todas estas cosas, que son ciertas y está bueno seguirlas al pie de la letra si uno quiere disfrutar del Tíbet (controlado por el gobierno chino) le agregaría algo así como un KIT de supervivencia para el viaje en tren. Detalles que nadie te va a decir y pueden hacer que la experiencia sea más placentera.

Lhasa, Tíbet

Desde la ventana del tren ya se ven monasterios

Lhasa, Tíbet

Impresionante lago con yaks a mitad del recorrido

Lhasa, Tíbet

El tren atraviesa zonas donde el terreno está prácticamente congelado

  • Tal vez lo más importante. Tapones para los oídos. Los chinos son súper amables, curiosos y hospitalarios. Eso sí, sus celulares suenan a cualquier hora, hacen llamadas en el momento menos previsto, hablan fuerte y en ese preciso instante que intentás dormir una siesta porque te duele la cabeza sus Ipads estarán listos para torturarte con sus películas a todo volumen.
  • Tené la cámara siempre prendida, con la batería cargada y a mano. Detrás de esa curva aparecerá el paisaje típico del Tíbet con sus nómadas, yaks y praderas verdes. Claro que el tren no se va a detener para que tomes la mejor imagen.
  • Una buena provisión de snacks como fruta, maníes y los infaltables noodles en su cajita de cartón. Asegúrate que no sean picantes si tu paladar es delicado. De todas maneras no hace falta que compres mucha comida. Si te relacionás con tus compañeros de viaje de tratarán como al hijo pródigo y te compartirán todo lo que comen.
  • La mágica, salvadora y todopoderosa botellita/termo recargable. Los chinos no la sueltan ni para ir al baño. Pero más de una vez te salvará, especialmente por la mañana para tomar un rico té caliente. Sí, ese que te compraste en Beijing y no tenías ni idea cuando lo usarías.
  • Por todos los medios intentá conseguir la litera que está en el medio. Si el presupuesto no te alcanza o querés cuidarlo, seguro comprarás una hard sleeper que es mucho más blanda que la cama de un hostel mediocre. En la litera de abajo no podrás descansar tranquilo porque durante el día todos se sentaran en tu cama a comer, charlar o hablar por celular. La de arriba es demasiado incómoda para estar subiendo y bajando cuando querés ir al baño a media noche.
  • No hace falta que lo mencione pero por las dudas no te olvides de llevar un buen libro, música o bajar alguna peli en la compu desde popcorntime.com Si nadie habla inglés las horas se pueden hacer eternas. Debajo de las mesitas del pasillo hay enchufes para recargar cualquier dispositivo.
  • Durante el trayecto el tren hace algunas paradas. Bajate en alguna, respira ese aire puro y sentí la emoción de estar llegando al Tíbet en el tren a más altura del mundo.
  • Claro que volver al punto de partida es mucho más rápido en avión, pero si tenés tiempo te recomiendo hacerlo en tren otra vez. Creo que es la mejor manera de procesar todo lo que tus ojos acaban de experimentar.
  • Comprar el almuerzo a la señorita que pasa con su carrito y comer mirando el paisaje tibetano es algo que no podes dejar de hacer.
  • Seguiste la indicación de la agencia de viaje y compraste en la farmacia Radhiola. Te aconsejo que aunque no te duela la cabeza, no sientas mareos ni nada de eso, empieces a tomarla cada 6 horas antes de llegar a destino. Lhasa está a 3.750 metros pero el tren tiene trayectos a mayor altura. Tarde o temprano el cuerpo sentirá los efectos.
  • Si viajás a fines de mayo o principios de junio la temperatura es perfecta. El cielo está siempre despejado y por las noches no hay mucha amplitud térmica. Yo soy bastante friolento y no usé ningún abrigo en esta época del año. Pero por las dudas llevá alguno. El tren tiene calefacción y siempre está prendida durante las noches.
  • Protector solar, anteojos de sol y gorra. En primavera el sol está fuerte y esos 15 minutos que el tren detuvo su marcha en Qinghai pueden ser mortales si te bajaste a tomar fotos sin cuidarte.
  • Al lado de tu cama hay unos orificios por donde sale oxígeno constantemente. Si sentís que te cuesta respirar pedile a la encargada del vagón que te suministre el tubo de plástico para la nariz. Son gratuitos.
  • Si hay algo que vas a tener durante el recorrido es tiempo. Te recomiendo que leas un poco sobre el Budismo y la sociedad tibetana. De esa manera podrás comprender y disfrutar mejor la diferencia entre los drokpa, rongpa y sangha.
  • Lo más importante y que nadie te lo va a decir. DISFRUTÁ el viaje. Lhasa no es un destino al que se viaje seguido.

    Lhasa, Tíbet

    Segundo día de atardecer antes de llegar a Lhasa