Cuando Marlon nos recomendó ir a San Antonio de Lisboa, lo primero que pensé fue en Portugal, en ese destino al que todavía no fui. Tal vez ir hasta ahí y conocer este pueblito ubicado a unos 17 km de la Rodoviaria de Florianópolis, sería el mejor plan, especialmente si era entre semana.
Veníamos escapándonos de las saturadas playas como Canasvieiras o Joaquina y no bien pusimos un pie en este lugar mi mente conectó con palabras como: calle empedrada, casas coloridas de aire azoriano, arquitectura colonial, Portugal, pastel de Belem, relax, pescadores, arte.
No nos sorprendió cuando doblamos en una esquina y nos encontramos con una iglesia del 1751, llamada Nossa Senhora das Necessidades de Praia Comprida.
Construída en una ladera, dominando la bahía, la iglesia recibió en el siglo XIX la visita del emperador Dom Pedro II. Pero si hay algo que caracteriza a este pueblito de pescadores son las artesanías. No importa si están hechas en vidrio, barro, tela, madera o cocida, todas están buenas.
En este lugar donde las ostras y los frutos de mar también están presentes, no hay un plan mejor que caminar por esa calle estrecha que bordea el mar. Ese jueves el único ruido era el de las olas rompiendo en la orilla y el del murmullo de algunos pescadores. Tal vez caigas –como nos pasó a nosotros– en la tentación de entrar al Café da Praca y probar sus dulces mirando el agua desde una terraza cerrada. Dicen que los atardeceres en San Antonio de Lisboa son magníficos. Habrá que volver, porque ese día nos fuimos temprano para el centro de Floripa. Si todavía tenés tiempo y ganas de caminar se puede ir hasta otro pueblito llamado Sambaquí, ubicado a unos 4 km.
Info: desde Terminal Centro el bus 310, 330, 331 o 365 van hasta ahí, y el viaje dura unos 30 minutos. Si vas en auto hay que tomar la SC-401.
Recomendación: los fines de semana se llena de gente, así que es mejor evitarlo en lo posible.