Cuando dejé Omsk, la última ciudad de Siberia y entré a Kazajistán fui consciente de que había llegado a Asia Central. Tenía un montón de planes en mente como cruzar las montañas de Kirguistán para conocer familias nómadas, visitar la moderna ciudad de Astaná, ver el mercado de Osh, el lago Song -Kol y cruzar la ruta Pamir, más conocida como la ruta M41 haciendo dedo. Quería ver de cerca y como nunca esta parte de la Ruta de la Seda. El destino me permitió encontrarme con Pablo, un español que guía grupos de viajes por Asia y a su amigo Luis, un italiano, que, heredero y dueño de una fortuna, dedica sus días a viajar por el mundo.

¿Se enteraron que está cortada la ruta del norte? afirmó Luis mientras esperábamos que nuestra sopa llegara a la mesa. Esas palabras fueron como una sacudida violenta al itinerario. ¿Había viajado más de 20.000 km desde Singapur, cruzado más de 15 países, soportado calores húmedos e intensos para escuchar que no podría pasar? En realidad hay tres caminos: el del norte que es el más común, el del centro que es poco atractivo y el del sur, el más largo y que bordea la frontera con Afganistán a través del río Pamir. Es ahí donde las montañas parecen tocar el cielo con sus picos nevados.

Saqué algo para escribir y en un papel arrugado Luis comenzó a dibujar un mapa improvisado. Esteban, hasta Murgab no tendrás problemas de llegar a dedo o en taxi compartido, pero después la ruta se vuelve totalmente solitaria ya que al estar cortada la ruta norte por un derrumbe los comerciantes que vienen de China no viajan por esa zona.

Me fui a dormir con muchas dudas pero con la certeza absoluta de que podría recorrer los 1.200 km hasta llegar a Dushambé, la capital de Tayijistán. Durante la noche tuve un sueño en la que aparecía andando en bicicleta a traves de caminos polvorientos, un río angosto y algunos yaks. ¿Serían el preludio de lo que vendría? Me despertó el sonido de una ventana golpeando con fuerza. Eran las 7 de la mañana y todavía no tenía resuelto como llegaría a la frontera tayika desde Kirguistán, país en el que me encontraba ahora. Durante el desayuno luchaba contra mis pensamientos. ¿Y si me compro una bici usada en el mercado? En realidad ese no era el problema, tampoco la falta de estado físico, ni el tiempo en que podría demorarme. Pero no tenía herramientas por si pinchaba, no tenía alforjas o un cubre mochila por si llovía. Ni siquiera una cocina portatil. No tenía nada para emprender un viaje de esa manera.

Regresé al cuarto del hostel pensando que tal vez podría hacer parte del trayecto a pie. Por esos días se corrían las novedades que una chica de Tailandia había unido 200 km de esta manera hasta conseguir un transporte. Estaba preparando la mochila cuando escuché un diálogo en un idioma extraño pero el final de la oración termino en una palabra muy clara: Tayikistán. Me asomé a la habitación de al lado y me encontré con dos holandeses con los que tuve el siguiente diálogo.

-Hola,

-Hi, good morning!

-Soy Esteban, de Argentina y estoy viajando a dedo por el mundo desde hace varios meses. ¿Van para Tayikistán? Si quieren podemos ir juntos.

-Sí, salimos en una hora hacia la frontera, pero vamos en nuestro jeep.

Cuando me dijeron que tenían lugar, que no hacía falta que les pagara la nafta y querían viajar con un argentino para practicar español no salía de mi asombro como en unos segundos tenía todo resuelto. Las fotos que te comparto ahora son parte de ese recorrido que tuvo todos lo condimentos para que se convirtieran en una verdadera aventura. Acampamos frente a las inmensas montañas de Afganistán, nos bañamos en aguas termales, comimos sandía en el techo del auto mientras un grupo de yaks pasaban por la famosa meseta Pamir. Una tormeta no pisó los talones durante más de un día, nos encontramos con más holandeses, y un chef que cocinó para todos. Finalmente, después de casi 650 km nos separamos a las afuera del mercado de Ishkashim, que por la cercanía de los talibanes esa semana permanecía cerrado. Los holandeses se unieron y siguieron viajando juntos. Yo seguí en soledad hasta la capital atravesando más montañas con picos nevados, caminando unos 30 km por día hasta que un camión me recogió. Pero el final del recorrido y como llegué a la frontera con Uzbekistán será en el próximo post sobre Asia Central. Si querés saber como tratmitar las visas de Asia Central con pasaporte argentino no dejes de entrar a este link:

Visas de Asia Central con pasaporte argentino. ¿Cómo y dónde obtenerlas? Costos

Tayikistán

A unos 35 km de Tayikistán se encuentra el pueblito de Sary Tash, donde dormimos la primera noche

Tayikistán

Tayikistán y los imponentes paisajes

Tayikistán

Cada tanto caminando por las montañas y en soledad me encontraba con los locales

Tayikistán

En la ruta Pamir, donde una parte es asfaltada, el resto todo de tierra y piedra

Tayikistán

Dejamos Murgab y nos encontram con algunos nómadas en las montañas

Tayikistán

Durante un día nos persiguió una tormenta!!!

Tayikistán

Tayikistán y el primer atardecer en soledad

Tayikistán

Desde un mirador se ve el río Pamir y del otro lado las montañas de Afganistán

Tayikistán

Acampando en soledad en Tayikistán en la ruta M41, Pamir

Tayikistán

Picos nevados y montañas de más de 5.000 metros

Tayikistán

Sentado en un mirador de Tayikistán y a mis espaldas Afganistán

Tayikistán

Y de pronto aparecieron yaks en Pamir!

Tayikistán

Fin de la tormenta y salió el sol en la Ruta de la Seda

Tayikistán

Vistas de las montañas de Tayikistán con su tonalidad rojiza

Tayikistán

Encuentro de 8 holandeses y un argentino. Mi carpa es la verde

Tajikistán

A mitad del recorrido con el jeep y los holandeses