Todo comenzó una tarde en la terraza del edificio donde vivimos. ¿A dónde nos vamos de vacaciones este año? Preguntamos casi a la par. Lucila tenía ganas de recorrer el norte, especialmente los carnavales, pero yo necesitaba ver paisajes nuevos, de esos que te dejan sin aliento. Y si vamos a Mendoza, pregunté sin la certeza de que se quisiera sumar. No, estuve allá hace unos años, respondió…

Dimos varias vueltas y entre las opciones estaba recorrer la Ruta de los 7 lagos en bicicleta. Finalmente nos decidimos por Catamarca.

El Campo de Piedra Pómez fue lo que nos tentó para viajar a Catamarca. Pero ese paseo se los cuento más adelante…

La primera razón fue porque ninguno de los dos había estado allá. La segunda porque recordé que en el norte de la provincia está el Campo de Piedra Pómez y las fotos que había visto hace tiempo habían sido una gran tentación. La tercera razón fue porque había escuchado de esta provincia que solo hace mucho calor y no hay nada para hacer. Ahí fue cuando me (nos) convencí de que era el destino perfecto, porque no hay nada mejor que romper los mitos y los prejuicios.

Cuando estás tomando fotos en un lugar así no hace falta más nada

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Noelia es de esas personas con las que te sentís cómodo en cuestión de segundos. Derrocha simpatía y buena onda. Además, al igual que a mí, le encanta hablar y en especial de lo linda que es su provincia. Trabaja para la Secretaría de Turismo de Catamarca y junto con “El Pollo” (pronunciese “El Poio”), el conductor fueron los responsables de mostrarnos parte de la provincia durante los primeros cuatro días.

Salimos de la ciudad, como muchos llaman a la capital rumbo a Fiambalá, nuestra base para visitar varias atracciones. En la ruta 60 un cartel colorido indicando Tinogasta nos obligó a hacer una foto típica y comprobar que si bien hacía calor no era mucho más que el de Buenos Aires.

En plena ruta hacia Saujil en busca de las dunas

En Fiambalá, al igual que en las demás ciudades, el ritmo de sus actividades está marcado por la siesta. Pero también está marcado por el andar lento de su gente, por el saludo de los desconocidos, por el ruido de los chicos jugando en la plaza principal y por el color de los cerros al fondo.

Hay equipo: el segundo día a nuestro grupo se nos sumó Tito, otro personaje que le dio un condimento extra a nuestra primera salida. Tito o El Tito, como le dicen algunos, es guía de turismo de su ciudad y al hablar transmite esa pasión que tienen los que aman lo que hacen.

Todo listo para surfear las dunas de Saujil

Dejamos por un rato la Ruta 60 para tomar la 34 rumbo a Saujil, ubicado a unos 15 km. Solo había una motivo para salir bien temprano ese día: hacer sandboard en sus dunas. Hay algo especial que me sucede cada vez que pienso en arena, desiertos o dunas. Me atrapa su inmensidad, lo desértico del lugar, el viento moviendo la arena y haciendo nuevas formaciones. Sin embargo, acá la adrenalina pasaba por lanzarse con la tabla por una duna desde unos 80 metros. Cada vez que subía a la cima miraba al cielo, agradecía por estar ahí y me lanzaba nuevamente.

En Medanitos se tienen estos paisajes…

Pero para llegar hasta ahí hay que cruzar el río. Ojo si llueve mucho porque la corriente se pone fulera

Por momentos la arena se adueña de la ruta

Y por momentos el río se hace amigo de la arena

Nuestra ruta siguió hacia Medanitos, otro lugar mágico donde las dunas de arena se meten en la ruta y por momentos se fusionan con el Río Grande. Después de hacer un picnic en un camping de Tatón (donde también hay dunas gigantescas) regresamos a Fiambalá, nuestro punto de partida.

Detalles de las ventanas y puertas en Fiambalá. Me encanta como chorrea por las paredes el barro…

Información útil:

* Desde Fiambalá hay que tomar la ruta 34. A los pocos kilómetros se debe cruzar un río en dirección a Saujil. Presten atención a la crecida del río y a la fuerza del cauce si no están con una camioneta preparada. Si van a pie algunos los pueden cruzar en moto o tal vez a caballo, si tienen la paciencia de esperar a que llegue alguno.

Algunos cruzan el río a caballo cuando sube demasiado el agua.

* No se olviden de llevar mucho agua y el tanque de nafta lleno

* A las dunas de Saujil pueden llegar por cuenta propia y pueden alquilar las tablas para hacer sandboard en el Hostel Los Seismiles (hablen con César o Zulema). Están a una cuadra de la plaza de Fiambalá.

* En Tatón hay una despensa bien surtida y un camping muy lindo al lado del río. Lleven su carpa si piensan acampar.

* Tengan en cuenta que enero es temporada de lluvia y a veces los caminos o pueblos pueden quedar sin acceso. Especialmente si van para Antofagasta de la Sierra desde Fiambalá.

* Desde acá también se puede recorrer la Ruta del Vino y la Ruta del Adobe. Las bodegas Don Diego y Tizac son las más interesantes y están cerca de la ciudad. La primera está más preparada para recibir al turista y la segunda es un poco más “rural” o auténtica…

Vista de los viñedos Tizac

Uvas esperando a madurar en el viñedo de Tizac. Carlos, su dueño es un experto en la materia.

Esta iglesia forma parte de la Ruta del Adobe. Cuando fuimos a verla estaba cerrada por restauración.

Cualquier otra información o comentario que sume dejalo después del post para los futuros viajeros que piensan en recorrer esta linda provincia de Catamarca. ¡Gracias!

Gracias Secretaría de Turismo por ser nuestros cómplices en nuestra recorrida por Catamarca.

Gracias Hostería Municipal de Fiambalá por recibirnos durante esos cuatro días. Que bien funcionó el Wifi acá!