Cuando estuve en el 2015 en Croacia, como parte del viaje que venía haciendo a dedo por los Balcanes, pensé que había conocido un poco de este increíble país. En realidad había estado solamente en la famosa ciudad de Dubrovnik y otros pueblitos pequeños.

Ahora estoy recorriendo el mundo arriba de una bicicleta y la manera de descubrir las cosas son completamente diferentes. Estoy conociendo cada país a través de su gente y es de esta manera cuando siento que puedo profundizar en cómo es cada destino.

Apenas puse un pie en Croacia me quedé en Lipovac. No estaba planeado parar a los 5 km, pero en el puesto fronterizo me insistieron que estaba totalmente prohibido viajar en bicicleta por la autopista y menos siendo de noche. Eso me obligaría a tomar rutas secundarias, muchas veces de tierra o en mal estado, pero al mismo tiempo me permitiría conocer la vida rural de Croacia. Sobretodo cuando se viaja, en promedio, a unos 15 km por hora.

A veces las rutas te dan sorpresas y es ahí cuando empieza el verdadero desafío para seguir adelante

La soledad absoluta saliendo de Jezere rumbo a Plitvički Ljeskovac

El primer desafío no fue el clima. Tampoco las subidas como había tenido en Rumania, los mosquitos, la transpiración o los camiones pasando a toda velocidad. El primer obstáculo fue una puerta de hierro con candado en medio de una ruta solitaria. Pero por suerte siempre existe el ingenio y la solución. Finalmente pude pasar del otro lado y continuar el viaje. A partir de ahí recorrí más de 350 km por caminos poco transitados hasta llegar a Plitivice Jezera- No solo para conocer sus cascadas sino para atravesar el parque y dirigirme hacia mi gran objetivo, el mar Adriático.

Paisajes rurales de cuento en Plitvički Ljeskovac

Necesitaba ver agua. Necesitaba conectarme con el aire del mar, con su inmensidad, con sus colores. Necesitaba un cambio de paisaje. Y lo tuve! Cuando llegué a Senj me quedé con la boca abierta. Me parecía irreal estar pedaleando por las montañas y del otro lado, con solo girar un poco la mirada, tener el mar perdiéndose a lo lejos.

Ahora no estaba preocupado en saber cuántos kilómetros hacía por día, sino en conocer cada pueblo costero. Me detuve en Klenovica, Selce, Novi Vinodolski, Crikvenica, Dramalj, Bakar y así llegué a Rijeka.

Relax total en una playa solitaria cerca de Dramalj

Atardeceres mágicos en el mar Adriático

Vista de Selce desde la ruta

Cuando me preguntan que es lo que más me gustó de Croacia la respuesta es sin lugar a dudas la hospitalidad de la gente. Jamás olvidaré al equipo de fútbol de Lipovac invitándome a cenar en su club, a Bárbara, la señora que detuvo mi pedaleo para hacerme entrar a su casa y prepararme un abundante desayuno. Tampoco a aquella familia que haciendo señas con sus manos me hizo entrar al jardín de su casa para compartir un asado. Pero además de su inmensa generosidad me encontré con la historia de su país, con la guerra con Serbia. Pedaleando por la Ruta Sava fui testigo en primera persona de casas abandonadas, ametralladas y en completa ruinas. De iglesias sin techos conviviendo con un presente distinto al de unos años atrás. Recorrí esa ruta con respeto, en silencio, despacio, para intentar comprender mejor su pasado.

Pedaleando por Croacia me metí de lleno en su historia, en su pasado.

Como siempre les digo a la gente al partir: “Ustedes son parte de mi viaje por el mundo, jamás los olvidaré”

Un descanso en el río Una. Del otro lado la frontera con Bosnia.

Ahora estoy descansando por tres días en HI Hostel Rijeka Necesitaba frenar un poco. Dejar de lado la adrenalina que genera estar en la ruta y conectarme otra vez con la ciudad. Al fin y al cabo todo transcurre entre un equilibrio perfecto: la soledad, los caminos poco transitados, las grandes ciudades, las montañas, los pueblos que dan al mar, la hospitalidad de la gente, etc y es de esta forma como voy avanzando kilómetro tras kilómetro para algún día cumplir el sueño de recorrer 20.000 km y llegar a Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

Falta mucho!, me dicen algunos. Y yo les respondo: “No importa, soy millonario en tiempo”.

El privilegio de pedalear y llegar al pueblito de Barak para tener esta vista del mar Adriático, a unos pocos km antes de llegar a Rijeka

Gracias a todos ellos (y muchos más que no salen en esta foto) por su generosidad y hospitalidad en el camino!!!

HI Hostel Rijeka, Croacia

Un descanso en el mejor hostel de Rijeka: HI Hostel Rijeka