Faltaban pocos días para dejar el otoño de Eslovenia y mientras seguía disfrutando de esa paleta de colores frente al lago Bohinj pensaba cuál sería la mejor ruta para cruzar a Italia.

Quería seguir en la misma frecuencia de emocionalidad, descubriendo los caminos secundarios, alejándome de las grandes ciudades. La última mañana en Ukanc, Eslovenia me encontré con Paula, una cicloviajera de Andalucía. “Te aconsejo tomar la vía Alpe Adria” ¿Cuál es? pregunté intrigado. “Mejor que contártelo te lo muestro en fotos”, respondió. Ahí comprendí que buscábamos los mismos caminos y en cuestión de segundos ya estaba convencido ir por la ruta más larga pero la más atrapante. Para mí significa pedalear hacia la “ruta” prometida. Dejar Eslovenia no fue fácil. Sus montañas empinadas y el otoño explotando como un volcán hacían que el pedaleo fuera lento.

Pedalear por ciclovias vacías, con el perfume del otoño es un regalo para el alma

En la frontera con Tarvisio, primer pueblo italiano la hospitalidad llegó enseguida. Un grupo de cicloturistas abrió sus alforjas regalándome comida para la siguiente etapa. “Esteban, abre bien los ojos porque lo que te espera en los Alpes es realmente magnífico”, dijeron. Avanzaba bordeando viejas estaciones de tren, pueblos de 300 habitantes, ríos de aguas turquesas e iglesias con sus típicos techos en punta.

En un momento detuve mi marcha. No porque estuviera cansado, sino porque el paisaje realmente quitaba la respiración. Ahí recordé las palabras de Paula, ese escenario era magia pura. Por momentos la ruta subía a niveles inesperados (17% o 22% de inclinación). Con mucha paciencia empujaba los casi 70 kilos que llevo metro tras metro. Pero no pensaba en lo duro que era el camino, sino en lo privilegiado que era de estar allí.

En el norte de Italia tuve estos paisajes que jamás había imaginado ver

Terminando el segundo día de pedaleo el cielo se empezó a nublar, la temperatura descendió de manera inesperada y la lluvia apareció antes de lo previsto. Lluvia que se convirtió en tormenta y obligó a refugiarme en un club de tenis. Pero como el universo siempre acompaña a los aventureros el final no fue tan terrible. Paolo y sus amigos me recibieron con un vaso de vino, quesos, salamines y la oportunidad de dormir en el vestuario del club.

Tan solo unas horas después de esta foto la temperatura empezó a bajar tan rápido que apuré el pedaleo hacia Génova

Antes de empezar el recorrido por la Vía Alpe Adria me di unas vueltas por el lago Bled en Eslovenia

Ríos de aguas turquesas que se cruzan por montañas inmensas. A veces no me dan los ojos para retener tanta belleza

A la mañana siguiente la neblina fue la protagonista en compañía de -1º C. Me costaba creer que estando en otoño estuviera usando guantes, gorro, polar y más abrigo. Empujado por el cambio de clima apuré el pedaleo hacia Udine, Milán para llegar finalmente a la costa, Génova. El termómetro se volvió a acomodar a los 23º grados y ahí sentí que estaba otra vez en sintonía con mi cuerpo. Seguí bordeando la costa azul de Francia, cruzando los Pirineos y la costa brava de España, pero ese recorrido será para otro post. Acá les comparto un video donde resumo los meses de pedaleo por Europa del Este.

Si van a recorrer esta ruta aconsejo hacerla en este sentido ya que si van de Italia a Eslovenia por los alpes tendrán mayor porcentaje de subidas. Pueden comprar comida en los pueblos de Pontebba, Venzone o Tarvisio y rellenar los bidones de agua en las zonas de descanso. Todas tienen mesas y bancos para hacer picnic, sin embargo no está permitido acampar. Desde Tarvisio (Italia) hasta Udine son 180 km, con poca exigencia salvo unos pequeños tramos. Si te interesa ver cómo estoy equipado y qué llevo en la bici te invito a ver este video