Visitar Las Ruinas de Epecuén, como hoy se conoce a esta ex Villa Turística ubicada a unos diez kilómetros de Carhué, había sido un objetivo durante los últimos cinco años de viaje. Volviendo de la Patagonia en moto se me había cruzado la idea de parar allí, pero algo llamado intuición me decía que no era el momento, entonces decidí seguir directo hacia Buenos Aires.

Meses más tarde comprendí el por qué: se había organizado una movida para capturar a Epecuén bajo las estrellas, donde fotógrafos profesionales y principiantes se juntarían a capturar la vía láctea y hacer light painting, lo que se conoce como fotografía nocturna usando linternas u otros objetos para crear irrealidades dentro de la realidad.

Fotografía del matadero usando la técnica de light painting

Una esquina famosa en Epecuén. Detrás algunas estrellas y la luz que llega de la ciudad de Carhué a 8 km de distancia

Una tarde inolvidable: ver caer el sol en la laguna de Epecuén

Esta vez viajaría junto a Lucila Runnacles periodista del blog www.viagemcult.com y Fernando Prat un amigo camarógrafo. Más de 200 personas de distintas partes del país se juntarían a vivenciar esta experiencia.

Siempre tuve curiosidad por hacer cosas diferentes, por desafiar lo límites (los de la creatividad, los del miedo propio, los de los juicios, los del frío y temperaturas incómodas) y así confirmé que nunca había estado en pleno invierno fotografiando bajo las estrellas un escenario poco tradicional como son Las Ruinas de Epecuén.

Atardecer sobre el final de la Avenida 25 de Mayo, arteria principal

Después de que Alejandro Montel y Rodrigo Terrén de travesíavisual compartieran sus experiencias y dieran una charla introductoria en la Municipalidad de Carhué nos fuimos a la laguna de Epecuén a inmortalizar el atardecer. Fue fugaz, mágico y reconfortante estar entre tanta gente capturando lo mismo, sin embargo lo increíble llegó después cuando esas luces doradas y azules comenzaron a desaparecer para dar lugar a un cielo que parecía pintado por Vincent Vang Gogh. En ese momento no era consciente que iba a estar fotografiando desde las 6 de la tarde hasta las 3 de la madrugada sin parar un solo minuto. Con Fernando decidimos construir una dupla que nos permitiera ser fotógrafos y modelos al mismo tiempo, porque sabíamos que incluir un personaje en la historia era fundamental para tener imágenes poderosas.

Fernando subió a esa escalera mágica para inmortalizar esta magnífica foto creada entre los dos. Atardecer y estrellas al mismo tiempo? Sí, es posible! Pero es la luz que llega de Carhué

Jugando con luces y leds en las puertas de las casas a las 2 de la madrugada

Es la misma escalera que antes. Para mí, esta vivencia fue como viajar hasta Marte u otra galaxia

Caminamos entre ruinas, saltamos escombros y charcos de agua. Nos metimos en lo que había sido una vieja fábrica de alfajores, la recepción de un hotel y el patio de una casa hasta que finalmente llegamos a una escalera que parecía conducir al infinito. No por lo extensa sino porque no llevaba a ningún lugar. La sal, el agua, el viento y especialmente el tiempo hicieron que esta ciudad se convirtiera en una fragilidad absoluta. Caminar por acá no solo implica respeto por quienes vivieron sino mucho cuidado para no caer en un pozo o clavarse un hierro oxidado.

La fotografía fue el antídoto perfecto para olvidarse del frío, conocer gente nueva, y por fin capturar a Epecuén bajo las estrellas. Si querés ver cómo fue fotografiarlo de día hacé CLIC en la última foto!

Fotografiando la vía láctea cerca del Matadero de Epecuén

Capturando una imagen del Matadero de Epecuén totalmente distinta a cómo se ve de día.

Hacé clic en esta foto para verlo de día